Dia 2: Pandillas rivales

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No recuerda exactamente cómo pasó todo con claridad.

Un hombre de nombre Shinichiro, lo había ayudado a no meterse en problemas y desde ese momento surgió el deseo de seguir a ese mecánico de motocicletas.

Shinichiro era alguien muy genial ante los ojos azules de Takemichi, tal vez esa fue la razón por la que no le sorprendió descubrir que él era el fundador de una pandilla que gobernó Tokyo durante un periodo considerable.

Mientras más tiempo pasaba en la tienda de motos, más conocía a las personas que rodeaban la vida de Shinichiro e incluso llegó a conocer a miembros de los Black Dragons.

—¿Acaso eres un llorón?

Fue la primera vez que conoció a Mikey, hermano de Shinichiro. Mikey había aparecido y de inmediato quiso pelear con Takemichi, quien no esperaba conocer de esa forma a una de las personas más importantes de quien admira. El hecho de que Mikey hubiera sido descrito como alguien hábil en las peleas intimidó un poco a Takemichi cuando el rubio lo retó, y el niño alto detrás de él no ayudaba a su nerviosismo.

-—Take no es un llorón, está aprendiendo —gruñó Inupi antes de que Takemichi pudiera decir algo.
Inupi se volvió un amigo al tener el mismo interés que Takemichi por Shinichiro y los Black Dragons.

—¿Aprendiendo qué? Está a punto de llorar — se quejó Mikey con molestia.

Takemichi se limpió las lágrimas que amenazaban con salir -Yo no…

—Cuando mi hermano me habló de ti pareció olvidar que eras un llorón cobarde —farfulló ahora molesto Mikey.

—Eso… no debería de importar

—¡Odio a los llorones!

—No soy un llorón…

Mikey y Draken se fueron dejando a un desanimado Takemichi y a un malhumorado Inupi, quien tenía una especie de sentido del deber con respecto al niño poco menor que él.

La muerte de Shinichiro fue un fuerte golpe para el pequeño Takemichi y varias cosas empezaron a caer en picada en su vida. Ni siquiera lo bajo que había caído la pandilla de Black Dragons afectó tanto como la noticia de que había fallecido Takemichi a manos de un amigo de su hermano y él ni siquiera intentó hacer justicia.

Cuando Takemichi entró a la secundaria, Inupi le pidió reconstruir a los Black Dragons, cosa que asustó a Takemichi, no por lo que implicaba ser un pandillero, sino por el miedo de no llegarle ni a los talones a Shinichiro.
Tal vez fue por la fama del antiguo Black Dragons, la insistencia y perseverancia de Inupi para revivir la pandilla o el dinero que llegó a meter Koko, pero en un año consiguieron una cantidad considerable de miembros.
En una ocasión, Takemichi se perdió en un festival de agosto y se encontró con el Vicecapitan de la Tokyo Manji, Draken.

Lamentablemente, para la suerte de Takemichi, se vio envuelto en la emboscada que le habían preparado al del tatuaje y, aprovechando que parecía un civil, consiguió sacarlo de ahí tras ser apuñalado.

—¡Capitán! —el grito de Inupi resonó por todo el pasillo de hospital.

—Estamos en un hospital, por favor compórtense —pidió entre susurros Takemichi.

—Escuchamos por parte de Yamagishi que te enredaste en un problema ajeno –se burló por lo bajo Kokonoi.

—Juro que no involucre a los Black Dragons —se apresuró a explicar Takemichi agitando las manos y fue cuando notaron una herida de arma blanca.

Por fortuna o no, apareció un rubio agitado y con una expresión de miedo, quienes no tardaron en reconocer como Mikey.

Después de ese momento, los Black Dragon y la Tokio Manji parecieron llevarse bien, aunque eso era más que nada por sus respectivos líderes.

—¿No deberían de hacer algo al respecto? —preguntó con cierto desconcierto Takemichi.

—Si realmente hacemos algo, podría iniciarse una pelea entre nosotros —farfulló Mikey recargándose contra él.

—Ya lo sé, pero Taiju parece empeñado en querer unir a Hakkai
—suspiro Takemichi acariciando el cabello del rubio.

—¿Podemos no hablar de otros cuando estamos solos? —preguntó de forma irritada Mikey.

Takemichi rió apenado y le dio un tierno beso en los labios como disculpa, beso que Mikey profundizó inmediatamente.

Lástima que el teléfono de Takemichi empezó a sonar interrumpiendo el momento.

–¿Si? –contestó mirando el puchero de Mikey.

—¿Ahora? No creo poder ir… estoy ocupado.
Takemichi aguantó una risa ante las señas de Mikey para que no se fuera.

—Tal vez en una hora… bueno— Al terminar la llamada suspiró.

—Ya tengo que irme

—No vayas, Takemitchy —se quejó Mikey.

—Es algo importante.

—¿Más que yo? —preguntó con arrogancia.

—Por supuesto que no.

Mitake Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora