Capítulo 09

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La cena termina y cada uno toma rumbos diferentes. Olivia y yo aún estamos en la casa de su padre con Stevans, que, casualmente aún no se ha ido. Olivia está entretenida hablando con su padre mientras yo espero en el portal por ella.
Observo la luna, más radiante que nunca, y las estrellas que adornan el cielo nocturno. Hacen una combinación fascinante. Siempre he admirado la noche, especialmente las estrellas, que a pesar de todo siempre están brillando, haciéndonos saber que están aquí presentes en todo momento. Otra razón por la que admiro las estrellas es porque emiten su propia luz. No necesitan de nadie para verse bellas y radiantes.

Tengo la mirada fija en las estrellas hasta que alguien se posiciona a mi lado, muy cerca. Hago como si no estuviera ahí, intuyendo quién es, y sigo admirando la noche. Él permanece en silencio y mira lo mismo que estoy observando. No es un silencio incómodo, sino todo lo contrario. Es reconfortante y, por alguna rara razón, cada vez que estoy cerca de él me siento protegida.

—Me gusta pensar que la vida es como el cielo nocturno —murmuro en voz baja, rompiendo el silencio.

—¿En qué sentido? —voltea la cabeza hacia mí.

—Hay momentos de oscuridad, de incertidumbre, pero también hay momentos de luz, de belleza y de esperanza —murmuro, girando un poco la cabeza para observarlo.

—Las estrellas son como esas personas que nos iluminan el camino —comenta en un susurro bajo, mirando las estrellas.

Seguimos así por un largo tiempo en silencio, mirando las estrellas, cuando la puerta se abre y sale Olivia.

—Madie, ya nos vamos.

Me despego de la baranda del portal y me despido de Stevans con una inclinación de cabeza. Salgo junto con Olivia hacia el carro.

(...)

—Olivia, vamos despierta —la muevo de lado a lado, repitiendo las mismas palabras— Olivia, vamos despierta.

Trato de ser paciente, pero Olivia no coopera, Dios.

—Olivia —la vuelvo a llamar y ella en vez de voltearse y pararse, no, se gira hacia él otra lado acomodándose aún más.

Pierdo la paciencia y voy a la cocina. Abro una de las gavetas, saco un cucharón y un caldero, cierro la gaveta y vuelvo al cuarto de Olivia. Le doy un último intento llamándola por su nombre, pero no veo intención de que se levante de la cama.
Me alejo un poco de ella, esperando por su reacción, y le doy fuertes golpes al caldero con el cucharón. Y grito:

—¡¡Olivia, despierta!! —Sigo dándole golpes al caldero hasta que de pronto se levanta de golpe con cara de pánico y al intentar levantarse, se enrolla con la colcha y cae de bruces contra el suelo.

Me rompo de la risa en ese momento. ¡Estaba bueno para haberla grabado! ¡Malo que no lo hice!

—¡¿Se puede saber qué mierda de mono te pasa por la cabeza?! —soltó de pronto, intentando recuperarse del golpe.

—Te llamé demasiadas veces y no me hiciste caso. No tuve más opción que levantarte así —me encojo de hombros —Y apúrate a prepararte porque vamos tarde a la universidad.

Antes de que me monte tremendo sermón, salgo de su habitación cerrando la puerta detrás de mí. Bajo los escalones y me siento en la sala esperándola. Cojo mi móvil y me pongo a revisar los mensajes que no tengo vistos. Cuando veo un mensaje de un número desconocido...

[chat]
Desconocido: Hey, soy Stevans.

Madie: Ah hola, em ¿quién te dio mi número?

Stevans: Eso es de lo que
menos deberías
preocuparte.

Sinag©️[En curso]⚡️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora