CAPÍTULO 4

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⭑⭒✭✯✩ ¿UNA ARTISTA ENTRE CRÍMENES? ✩✯✭⭒⭑

Me desperté por la alarma del móvil, con pocas ganas, la apagué y revisé las notificaciones. Tengo tres mensajes del Da Vinci. Por Dios... Qué pesadez de chico.

Leonardo Da Vinci

Oye, no quiero irme a dormir peleados. 23:30
Así que... ¿Me perdonas por lo de hace rato? 23:31
¿Luna? ¿Sigues viva?
Bueno, supongo que ya te habrás ido a dormir.

No, me he muerto.
Soy el fantasma de su cuarto.
Y sí que te perdona, Da Vinci.
JAJAJAJAJA.


Le digo y apago el móvil. Lo dejo cargando mientras me cambio de ropa al vestido blanco que me pidió Samuel, y bajo a desayunar mis galletas. Me preparo también el almuerzo y cojo mi bolso, que estaba tirado por el salón. Vuelvo a por mi móvil, que casi se me olvida y ya, de paso, desierto a Iker con un grito. Voy a la universidad, tenía en mente coger el autobús, pero lo he perdido por culpa de los gritos de mi hermano echándome la bronca por despertarle. Aunque la verdad, me da miedo que se me rompa el vestido en clases o algo, es uno de los más bonitos que tengo.

¿Me da vergüenza? Sí. ¿Me aguanto? También. O sea... Me explico, me da vergüenza que Samuel me vea con un vestido. Y más teniendo en cuenta que es un vestido de tirantes, la espalda visible y algo corto. No me gusta este tipo de ropa, pero al ser el único vestido blanco que tengo, me aguanto y punto.

Al llegar a la universidad, veo a Lucía. Su pelo rubio llama la atención y si se le añade que tiene los ojos azules y es alta, ni os digo. Pero no se compara con lo extrovertida y energética que es, hay veces que creo que si se toma un café, se vuelve hiperactiva.

— ¡Luna! ¡No te lo vas a creer! —Dice, gritándome al verme.

— ¿? —Le pregunto, manteniendo la calma.

— El profesor dice que nos vamos a otro campus a dibujar los estudiantes, para hacer prácticas con gente real.

Rezo para que no sea el de criminología.

— ¿Cuál? —Pregunto, con algo de miedo

— No sé, venga, vamos a clase. Por cierto, me encanta cómo te queda ese vestido —Dice y me da la mano, arrastrándome hacia clase. Al llegar, nos sentamos en nuestros sitios, hoy somos pocos, creo que somos seis o siete, Lucía, Kaia, Joseph, Ananda, Irene, Robert y yo. Que, entre todos, juntamos nuestras mesas y nos miramos.

— ¿Os habéis enterado? —Dice Robert.

— ¿De qué? —Pregunta Irene y Lucía se gira hacia ella.

— El profesor dice que nos vamos a otro campus a practicar.

— ¿Y tú cómo te has enterado, rubita? —Dice Joseph.

— Me lo encontré ayer por la calle —Dice Lucía, tan tranquila.

— Con razón, se me hacía raro eso de que me lo gritaras en la cara está mañana, casi me dejas sorda. —Le digo, con una sonrisita.

— Ya sé que soy genial —Dice ella y todos ponemos los ojos en blanco a la vez y nos reímos— ¿De qué os reís?

— Nada, nada —Contesta Ananda, aún riendo.

En clase siempre tenemos buen rollo, son todos muy amables y empáticos. Somos una gran clase. Oímos la puerta abrirse y nos giramos, justo entonces, entra el profesor, que nos mira a todos sin entender el porqué de la mesa redonda que nos hemos creado en cuestión de minutos.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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