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Mantuve la conversación seca y taciturna con Alastor cuando volvimos a su casa. Por suerte, no habían pasado más de 3 horas desde que nos fuimos, no fue necesario ir a verificar si estaban dormidos ya que mi padre me confirmaba con sus ronquidos qué resonaban por toda la casa y mi pobre madre con esos cantos al oido no podría escuchar absolutamente nada más.

-Menos mal.- suspire aliviada y susurre con el oído descansando en la puerta para escuchar mejor.

Me incorpore y giré un poco para mirar a Alastor, quién se había sentado al pie de la cama de la habitacion donde yo dormía.

-Alastor...creo que es hora de que ambos descansemos.- dije de forma torpe e incomoda.

-Oh es cierto, linda.- dijo con una risa que parecía nerviosa, sé levantó y se acercó a la puerta pasando frente a mí y mientras tomaba la perilla, se detuvo lentamente.- Pero claro que no puedo irme sin despedirme, ¿verdad?.- dijo regresando a donde yo estaba.

Colocó una de sus manos entre mi cintura y espalda baja, mientras qué la otra la usaba para levantar mi barbilla hacia él. No sabía que hacer. No sabía si dejarlo pasar, fingir o detenerlo. Así que no hice nada más que apretar mis labios y cerrar los ojos.

Podía sentir como él intentaba abrirse paso en mi boca pero mis labios estaba sellados y mi cuerpo rígido. Ni siquiera me molesté en tomarlo del cuello o del rostro como siempre acostumbraba. Mis brazos se quedaron inmobiles a mis costados.

No quería admitirlo pero mi cuerpo repelia sus muestras de afecto. No estaba de ánimos para nada, solo quería dormir y ver si podía fingir qué todo estaba bien en la mañana.

Le tome sus manos y lo aparte de mí lentamente. -Es hora de dormir.- dije amablemente haciéndome un poco para atrás, dándole a entender que su momento de retirada era requerido.

-Querida, ¿puedes decirme que ocurre?.- dijo colocando sus brazos a su espalda, con postura erguida, mirándome fijamente con su sonrisa estandar en el rostro.

-¿eh?...no,¿De que hablas?.- dije tratando de ocultar la obviedad.

-Mira, no ocultare el elefante en la habitación pero creí que habías lo entendido, si algo te molesta puedes decírmelo y lo solucionare para ti.- dijo tan encantador como siempre, tomando mi mano y agachandose para besarla. -Piénsalo, mañana puedes contarme, te dejaré descansar.- se despidió y salió de la habitación.

Caminé exhausta hacia la cama y me acurruque entre las sábanas. Agradecí  a mi cansancio que solo me hizo entrar en mi sueño más rápido de lo normal.

Estaba en unas dunas, la arena blanca cubierta de una fina capa de agua qué reflejaba el cielo azul con nubes esponjosas pasando por lo alto. Era un paraíso. Comencé a caminar descalza lentamente sobre la arena, hundiendo mis dedos en el agua admirando mis alrededores y a sentir la brisa en mi cara pasando por mi camisón suavemente. Me daba una sensacion de paz estar ahí.

Hacía inhalaciónes profundas llenando mis pulmones de ese tranquilo aire y me dejaba llevar por la brisa qué corría, cuando de pronto escuché pisadas en el agua, como si alguien corriera, detrás mío. Me giré para ver de quien se trataba y solo podia ver una silueta blanca a lo lejos acercándose poco a poco.

-¡________!.- escuchaba mi nombre en su dirección.

Por mucho que lo intentará no lograba enfocar con mis ojos a quién me llamaba. Yo no sentía la necesidad de ir en su dirección, así que solo esperé ahí. Cuando al fin se acercó a mí, literalmente solo era una silueta de luz blanca y aunque podía hablar no se asemejaba a una persona.

-_______ tienes que irte, debes huir.- dijo con mucha desesperacion en la voz.

-¿Huir de qué?.- pregunté sin ánimos.

-De él.- dijo inquiriendo qué yo sabría a quien se refería.

-¿porqué debería huir? No me hará daño.- dije como si no me importara.

-Tu no lo entiendes, nadie de tu familia debe acercarsele, sacalos de ahí y váyanse muy lejos.- logró apenas decir cuando desapareció, su forma se desvaneció como cuando se revienta una burbuja de jabón en el aire.

De la nada el agua a mis pies se seco, la arena estaba tan dura y áspera qué comenzaba a dejar grietas por doquier, las nubes se acumulaban de golpe volviéndose negras, con truenos y relámpagos saliendo de ellas.

-¿Qué esta pasando?.- levanté los brazos para cubrir mi cabeza y ojos del fuerte viento qué comenzo a soplar de repente.

-Oh mi querida ________ no puedo esperar a vernos de nuevo.- escuché esa voz qué me retumbaba en el corazón escalando mi miedo a mis entrañas.

Intenté dar un paso para escapar pero fue en vano ya que me desperté tirada en la cama sudando completamente de pies a cabeza con la respiración agitada.

El sol se asomaba entre las cortinas por la ventana, mientras me incorporaba en la cama miré hacia afuera y podía escuchar el sonido de un hacha golpeando contra un tronco. Me levanté para ver de quién se trataba y pude admirar a Alastor afuera haciendo dicha tarea.

-Qué extraño.- pensé. Desde que sabía de la existencia de su poder pensé que no se molestaba en hacer nada con sus propias manos. Tal vez lo había juzgado mal en ese aspecto.

Me volví a mirarlo de nuevo y debía admitir qué ese lado suyo me parecía muy varonil. Aunque estuviera usando una camisa, guantes y pantalón de trabajo podía ver en cada levantamiento y flexión con el hacha la silueta de sus músculos.

¡No, despierta!, no caigas en sus encantos, tienes una misión. Me debía concentrar en lo que debía hacer, tenía que investigar como ayudarlo, siendo ese mi plan A y para mi plan B buscar una forma de escapar y que no nos me pudiera volver a encontrar tan fácilmente.

Busqué mi ropa del día anterior y aunque no quería hacerlo en una casa ajena con mis padres bajo el mismo techo, debía tomar un baño. Sentía que mi cuerpo despedía varios olores desagradables y sabía que si no cuidaba ese detalle al menos mi madre me descubriria por ese olor a intimidad y cansancio.

Abrí la puerta lentamente para ver si encontraba a alguien por ahí, pero se veía desierto. Apreté mi ropa contra mi pecho para salir corriendo hacia la puerta al otro lado pero un sonido estridente me detuvo en seco. Mi padre estaba dentro del baño, pero aunque yo y mamá estuvieramos acostumbradas a sus entrañas haciendo ruidos matutinos, la verdad me avergonzaba demasiado escucharlo así en casa de Alastor.

Volví a la habitación para verificar si Alastor seguía afuera y mi verguenza bajo cuando lo vi afuera aun haciendo su labor hogareña.

Esperé pacientemente a que mi padre saliera para poder tomar una ducha refrescante con calma. Me recosté de nuevo sobre la cama, esperando a escuchar la puerta del baño abrirse. Cerré mis ojos unos segundos, pensando en lo que debía hacer. El día de hoy si me sentía bien para fingir qué todo estaba bien con Alastor, debía actuar con naturalidad, como si nada hubiera pasado, pero todo con cierta precaución.

-Buenos días, mi sol.- escuché un susurro en mi oído.

Abrí los ojos de golpe y ahí estaba Alastor arrodillado con su barbilla recargada en sus brazos sobre la cama, viéndome fijamente con una sonrisa en el rostro.

-Me sorprendiste, Al.- dije suspirando del susto.

Él solo río un poco, y ahí en su posición extendió sus dedos hacia donde estaban mis piernas. Deslizó con mucha cautela sus yemas sobre mi piel, acariciando de arriba a abajo, desde mis tobillos hasta mis rodillas. Pasados unos segundos, cambió de solo unos dedos a toda la mano, su mirada intensa y sonrisa pícara no se apartaban de mi rostro.

-Oye...mis padres.- dije en un intento de persuadirlo a parar.

Se incorporó sobre sus pies pero recargo sus rodillas sobre la cama colocandose casi sobre mí, tenía su camisa de botones abierta dejando relucir su torso ante mis ojos, deslizando su mano ahora sobre mi muslo casi llegando a mi cadera. Se inclino y comenzó a besarme el cuello, clavícula y hombros.

-Quisiera repetirlo.- dijo susurandome y respirando sonoramente sobre mi piel, el sentirlo así de deseoso me estremeció y me puso la piel de gallina.

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⏰ Última actualización: Sep 03 ⏰

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