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Con mucho cuidado Rebeca abrió la puerta de su habitación, intentando que la puerta no chirriara como lo hacia siempre,  asomo la cabeza ojeando a ambos lados del pasillo,  volvió de nuevo la cabeza hacia el interior de la habitación que compartía con su melliza Aura.

Esta parecía dormir a pierna suelta abrazada a su almohada, como todas las noches.

Suspiro aliviada, no la había oído levantarse,  con pasos lentos se escurrió fuera de la habitación cerrando muy lentamente la manija de la puerta.

Todo estaba a oscuras, apenas podía distinguir el contorno de los muebles del comedor,  avanzo lentamente hacia la cocina,  lleno un vaso de agua apurando el contenido de un solo trago. Sentía aquel calor recorriéndole el cuerpo de arriba a abajo, pellizcándole cada palmo de su sensible piel. Y el agua apago algo aquella quemazón, eran cerca de las 2 de la madrugada y no podía dormir.

Era algo extraño, no se sentía cansada al contrario, llevaba cerca de hora y media dando vueltas en su cama , mirando el reloj despertador moverse lentamente.

Impaciente por algo que desconocía.

Decidió levantarse  a por un vaso de agua,  justo cuando volvía de nuevo a su habitación oyó el ruido.

Era un sonido algo extraño, venia de la habitación de Maria, algo parecido a martillazos constantes golpeando una y otra vez  la pared.

El Pumm, Pumm, Pumm, Pumm, Pumm, era lento pero seguido , y la curiosidad le pudo. De puntillas se acerco a la puerta de su hermana , con mucho cuidado abrió la puerta , deslizando unos centímetros de rendija para espiar mejor.

La luz de la mesita estaba encendida, y vio con toda la claridad  una escena que la dejo muda.

Maria si estaba en su cama, pero no estaba sola. Encima de ella con sus piernas anudadas tras el cuello estaba su hermano Alberto cubierto de sudor hincandole rabo a su hermana a golpe de riñón, haciendo que la cabecera de la cama se topara una y otra vez contra la pared.

Rebeca alucinada, no dejaba de admirar el aguante del castigo de Alberto,trago saliva intentando que no la oyeran cuando volvió a cerrar la puerta de la habitación.

Se recostó contra la pared de donde llegaban los topetazos de la cama, su mano voló hacia su coño e imagino a cada golpe toda aquella carne abriéndola en canal, uffffff que calorrrrr!-- pensó, a la vez que su mano se movía al ritmo de los golpes del cabecero .

El muy animal siguió ajeno al magreo que fuera se estaba dando Rebeca, y siguió jodiendo con fuerza a la pobre Maria .

Esta hacia rato que mordía la almohada intentando acallar los gritos que desesperada la ahogaban. Le dolía cada palmo de piel, la cama sacudiéndose al compás de la jodienda en un constante chirriar de muelles y golpes contra la pared.  Sentía la vagina palpitando ante semejante barra de carne, pensaba que no podía soportar mas cuando el ritmo se volvió mas y mas rápido.

Mmmmmfffff, mmmmmffff, mmmmmmmmfffffffffffffff, – pudo susurrar con la funda de la almohada entre los dientes, con los ojos casi desorbitados ante la oleada del espeso y caliente fluido  derramándose  a cada ultimo y  hondo empellón de Alberto. – El  sudoroso cuerpo de su hermano la cubrió aplastandola contra el colchón , dejándola sin aliento.                                                                     

Que gozada de polvo!-- pensó Allberto,--  Era mejor que estar en el cielo! , llevaban así toda la noche, era asombroso, pero el morbo le ponía demasiado cachondo para no empalmarse al ver la cara de viciosa de su hermanita, – Joderrr!-- si seguía así, mañana no podría dar ni un paso.! – Miro hacia la mesita donde la luz aun esta encendida, las 3: 40  .

Hijas rogando, Padre castigandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora