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Fuera llovía a cantaros, apenas podía distinguirse un par de palmos de la cortina de lluvia y Aura suspiro con fuerza al apartar la cortina. Volvió de nuevo junto a la cuna del pequeño Daniel de apenas 9 meses.

Era increíble como una cosa tan pequeña podía llorar tan fuerte, apenas había parado de hacerlo durante toda la tarde, le dio el biberón, lo cambio 3 veces, lo paseo en brazos por todo el pasillo y seguía sin callarse.

Algo tan sencillo como dejarlo en su cunita, se volvía toda una hazaña.

Encima le había vomitado encima de la chaqueta del uniforme, al paso que iban, la tarde se estaba convirtiendo en un pequeño infierno.

Nada de estudiar y hacer deberes, el pequeño monstruo no la había dejado parar.

Mirándolo allí estirado berreando desesperado, intento calmarlo con el sonajero. La patada, lo hizo salir disparado hacia el otro lado del pasillo.

Se tapo los oídos, intentando acallar aquel insoportable lloriqueo. No debió pasar mucho mas, pero a ella le pareció un siglo cuando la puerta del garaje se abrió automáticamente y con ella el mono volumen de la señora Saenz, cuando por fin entraba cargada por la puerta, Aura se hubiera lanzado a besarle los pies de pura gratitud.

Vaya...., por lo que veo Dani no esta muy fino, verdad?-- dijo dirigiéndose a la cocina cargada con bolsas de supermercado.

Ufff, se ha pasado toda la tarde llorando. – Creo que... no ha parado desde que llegue, ni biberón, ni nada...., – menudos pulmones.-- explico Aura sujetando su mochila a su espalda.

Mi pequeñín....! – exclamo la señora Saenz al recoger al pequeño monstruo llorón por primera vez-- Te duele la boquita... verdad, cariño?-- dijo besandole la cabecita.

No se como puede... en serio!, – dijo Aura negando con la cabeza.-- Yo me rindo...-- levanto las manos al aire.

Con el pequeño Daniel en brazos, se dirigió hacia la silla donde colgaba su bolso , rebuscando de su billetero un billete para entregárselo .

Ya te llegara, el día. – no lo dudes...!-- Y entonces no te quejaras tanto!.

Ni loca....! – termino de pronunciar Aura colocando el billete en el bolsillo de mochila-- Vamos... por lo menos hasta que tenga 40....-- sentencio riéndose.

Bueno... aun eres joven, pero cuando te llegue, acuérdate de lo que te digo.-- Te volverás como todas nosotras,... Paaammmm,-- termino riéndose-- Otra Madre abducida por Pañales y sonajeros.

Ya... claro!!-- se volvió Aura de espaldas-- En mil años!-- pensó.

Fuera seguía lloviendo aun con mas fuerza, volvió de nuevo a comprobar como apenas se distinguía el paso de los coches.

Señora Saenz..., puedo usar su teléfono para llamar a mi hermano Alberto..., para ver si puede venir!.

Claro..., no hacia falta que preguntaras.-- contesto desde el fondo de la cocina.

Eran casi las 7, una hora antes de lo que le había dicho aquella mañana, se encogió de hombros . Marco el numero del taller de memoria , le respondió uno de los mecánicos que no conocía, un tal Matias, la llamada a gritos casi la dejo sorda, escucho los pasos lentos y pesados de Alberto acercándose al aparato.

Hijas rogando, Padre castigandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora