ARIA*
______________Desperté con un nudo sofocante en la garganta, casi incapaz de respirar. El pánico crecía en mi pecho, como una bestia que se alimentaba de mi miedo, amenazando con devorarme entera. Intenté tranquilizarme, pero cada segundo que pasaba sentía como si me acercara más y más al borde de un precipicio. Mi pecho subía y bajaba con rapidez, y tuve que obligarme a respirar profundamente, aunque el aire que me rodeaba era tan frío y pesado que sentí que me estaba ahogando.
"¿Dónde estoy?"
El pensamiento cruzó mi mente con un eco aterrador mientras mis ojos recorrían la habitación en la que me encontraba. La oscuridad era casi total, rota solo por la tenue luz de dos velas al lado de la cama. Su parpadeo creaba sombras inquietantes que danzaban por las paredes, haciendo que la habitación pareciera aún más lúgubre y opresiva. Todo era frío, desde el ambiente hasta mi propio cuerpo, que temblaba bajo la fina tela de la camisa blanca que alguien había puesto sobre mí.
Con esfuerzo, intenté moverme, pero el dolor era insoportable, una oleada de agonía que atravesaba cada fibra de mi ser. Mi cuerpo estaba destrozado, cada músculo y cada hueso gritaban de sufrimiento, como si hubiera sido arrojada de un precipicio. A medida que luchaba por recuperar el control sobre mis propios movimientos, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a filtrarse en mi mente, oscuros y aterradores.
"Esto no es un sueño."
La certeza se asentó en mi pecho como una piedra, fría y aplastante. La desesperación de la huida, la brutalidad de los hombres que me atraparon, y esos ojos... esos ojos que parecían prometerme un destino peor que la muerte. Quería creer que todo había sido una pesadilla, pero la cruda realidad era mucho más aterradora. Y ahora, perdida en este lugar extraño, no sabía qué era peor: el infierno del que había escapado, o la oscuridad insondable en la que ahora me encontraba.
Mis pies, antes desgarrados y sangrantes, estaban envueltos en parches toscos que apenas aliviaban el dolor. Sentí un pequeño alivio, pero el terror aún me atenazaba.
"¿Qué clase de lugar es este?"
La pregunta reverberaba en mi cabeza mientras mis manos temblorosas acariciaban la seda roja de la cama. Roja, como la sangre. La idea me provocó un escalofrío mortal, que me recorrió la columna vertebral. Mis manos, frías y pálidas, se cerraron en puños, sintiendo las uñas astilladas y la piel desgarrada. Mi cabello, aún empapado, caía sobre mis hombros como un velo, pesado y pegajoso, un recordatorio de la tormenta que había sido mi entrada en este infierno.
Mis ojos se desviaron hacia la pequeña mesa de noche junto a la cama. Allí, en la penumbra, un plato de comida sencillo y una taza de té esperaban.
"¿Debo confiar en esto?"
La duda me atravesó como una daga.
"¿Y si está envenenado?"
Pero mi estómago vacío rugió en respuesta, recordándome los días sin comer.
"Necesito fuerzas..."El hambre, al final, se impuso al miedo. Con las manos temblorosas, alcancé el plato y tomé un pequeño bocado. La comida era simple, sin pretensiones, pero llenaba el vacío en mi interior. El té, aún caliente, bajó por mi garganta, irradiando un calor que me trajo un efímero alivio.
"Tal vez fue un error..."
El pensamiento me asaltó inmediatamente después, pero ya no había vuelta atrás.
"No tenía opción."
Me repetí a mí misma, intentando ahogar el miedo que seguía latente, recordándome que en este lugar de sombras, cada decisión podía ser la última.Con un esfuerzo titánico, me levanté de la cama. El frío suelo de piedra bajo mis pies descalzos me recordó lo frágil que era mi situación, pero el miedo superaba el dolor. Al acercarme a la puerta de madera oscura, mi mano temblorosa se posó en el tirador. Con un crujido largo y profundo, la puerta se abrió, como si el eco que provocaba fuese una advertencia de que no debía continuar.
ESTÁS LEYENDO
La maldición de ZEV
RomantiekZev Blackthorn es un hombre oscuro; la oscuridad no solo lo rodea, sino que emana de él, palpable en cada respiración, en cada mirada. Su maldición es su esencia, su aroma... un destino frío y cruel que lo empuja inexorablemente hacia la destrucción...