Capítulo 1: Amethyst.

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Mythary estaba repleto ese día, el pueblo festejaba en alegría pues la pequeña princesa cumplía su primer año. Los más antiguos elfos se reunían para ver a la joya del reino pues en siglos el único integrante de la familia regente era el  príncipe heredero, Erundur. Quien actualmente rozaba los 400 años.

Su madre Lady Méle la mantenía en sus brazos, lo suficientemente alzada para que observara alrededor con curiosidad, soltando pequeños balbuceos cuando se acercaban a presentar felicitaciones, era una ternura de bebe.

Un elfo de cabellos negros se presentó frente a la elfa una vez que otro lord se había despedido.

-Estoy segura que será tan hermosa como tu cuando sea mayor-Lord Elrond beso la mano de la dama antes de acariciar la mejilla de la bebe.

-Es un viaje largo el que recorriste, espero aceptes mi hospitalidad esta vez-el Rey rodeo a su esposa sonriendo al elfo que asintió ante lo dicho.

-Sera un placer...-confirmó hacia el rey y dirigió la vista a la bebe- quería conocerla y comprobar con mis propios ojos su "peculiaridad"-sonrió contagiando a la niña que se removió en los brazos de su madre.

El príncipe Erundur presento sus respetos inclinándose ante el lord de cabellos negros, posicionándose al lado de su padre, completando a su familia.

La escena parecía una hermosa pintura, los elfos eran de por si seres fuera de lo común, pero cuando los rubios cabellos de los lores de esa ciudad se mezclaban dejaban en evidencia que existían seres destinados a estar juntos, almas gemelas perfectas, altura, porte, esencia, había una conexión ente el Rey Melrond y su reina Méle que no pasaba desapercibido, con ambos de cabellos plata y los ojos azules cual mar.

Lord Melrond descendía directamente de los elfos vanyar, a su vez su reina era hija de un Noldo y una descendiente de vanya también, de ahí su altura impresionante, al menos en el rey y que había heredado su hijo, como sus cabellos dorados y mucho más largos que los de otros elfos.

La reina se acercó entonces a la cuna con la bebe dormida y la recostó con delicadeza. Las personas siguieron llegando, llenando de voces el salón dorado y de altas paredes marmoleadas, tenia un leve toque celta con adornos en dorados y verdes, pero no era tan naturalista como las demás comunidades élficas.

No fue hasta más tarde, cuando ya casi se preparaban para el banquete en el jardín cuando una escolta de elfos del Bosque Negro llego formando una fila, de en medio de esta se hizo presente la alta y poderosa figura del rey Thranduil y su heredero el príncipe Legolas, ambos con vestiduras verdes y elegantes.

Los bosques alrededor de esa ciudad eran espesos, pero no tan frondosos como en su reino. El camino de piedra estaba bien cuidado, al igual que las escaleras que brillaban de limpias. La mayoría de los guardias vestían ropajes claros, blancos y dorados, seguro de seda y algodón fino. La ubicación geográfica era perfecta para esos lujos con las importaciones de los pueblos orientales.

-Mi señor Thranduil-saludo un elfo con una inclinación.

El le dio un asentimiento sin contestar a su saludo y paso de largo por el pasillo donde las voces se hacían cada vez mas fuertes. No se preocupo de ordenarle al elfo que recibiera a la comitiva y cuidara de los caballos. Todas las veces que lord Melrond lo había recibido la atención había sido complaciente, por lo que entro en el salón luego de ser anunciado sin ninguna preocupación.

Al final del salón y junto la ventana los señores de la ciudad conversaban con Lady Galadriel y Lord Celeborn. Pero se detuvieron para recibirlos a ambos.

La señora de Lothlórien sonrió hacia ellos y Lord Melrond se acercó saludándolos con un abrazo.

-Es un gusto que hayas podido venir viejo amigo-expuso el rey del lugar sacando una sonrisa del visitante-Príncipe Legolas, han pasado muchos años, la última vez que lo vi era por lo menos la mitad de alto.

Amethyst: The Hobbit.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora