Capítulo 7: No es un final feliz.

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Patino por el hielo para llegar a la escalera, escuchaba los gritos de los enanos llamándola, pero desistió de hacerles caso.

- ¿Dónde estás Thorin? -entre los nervios de no llegar a tiempo y una inminente muerte se encontró rogando en susurros.

Se había topado con varios orcos por suerte se libró de ellos ocultándose justo a tiempo cada vez que escuchaba sus pesados pasos.

Van dos. Se dijo al momento de encontrar otra flecha en un cuerpo. Llevaba la espada sujeta con ambas manos y más que un arma parecía un escudo que apretaba contra su cuerpo cada vez que aparecía un orco y ella se ocultaba en un lugar oscuro.

Las manos le temblaban más de miedo que de frio, la neblina comenzaba a dispersarse y eso solo podía significar una cosa.

Se le estaba acabando el tiempo.

Paso por un pasillo con una escalera medio destruida, miraba los cuerpos por si alguno de ellos tenía flechas y recogerlas cuando un orco apareció asustándola. Retrocedió para evitarlo, agazapándose tras el muro decidió buscar un camino diferente cuando lo escucho.

-Estúpidos enanos-se asomó por una orilla viendo como pateaba el rostro del cuerpo en la nieve-este aun esta tibio.

Se levanto con lentitud y se acercó sin intención de esconderse, todo su cuerpo temblaba ante el suspenso. Entonces el orco dispuesto a repetir el proceso de patearlo dejo suficiente espacio para que ella lo viera.

Un jadeo fue todo lo que salió de su boca semiabierta, las lágrimas no tardaron en salir y se encontró negando sin poder creer lo que veía.

Soy Kili. Sabemos que nuestro tío es apuesto, pero espiándolo no llamaras su atención. Nosotros nos encargaríamos de convertirte en una verdadera enana. ¡Esto estaba muy bueno Amethyst! ¿Amethyst no vas a descansar? Cómelo tú, yo no tengo hambre. Cuando lleguen a esta montaña todos te amaran, no tienes que preocuparte.

Kili. Kili. Kili. Repitió en un intento desesperado de tener una visión y estarse equivocando.

Dos cuerpos en un cuarto rodeados de velas, los enanos caminando alrededor de ellos con el rostro bañado en desolación. Kili con un semblante serio y frio, irremediablemente muerto... a su lado un bulto de ropa con la piedra que el rey tanto había ansiado justo en medio.

-No...-logro decir entre lágrimas. El orco detuvo su movimiento para verla, no retrocedió- ¡No lo toques! -su cuerpo se llenó de adrenalina y se encontró lanzándose a él con la espada de frente.

Apenas pudo rozarlo con el filo cuando se la quito de un manotazo. La bofetada que le dio luego le dejo la mitad del rostro ardiendo. Cayo al suelo tropezando con el cuerpo del enano. Lo miro con una muda disculpa con el rostro bañado en lágrimas.

Ya nada podía hacer, recordó sus sonrisas picaras, chistes burlescos y mirada tímida, no vería más eso de él porque estaba muerto, y ella no hizo nada por evitarlo.

El orco se acercó a ella separándola del suelo al sujetar su cuello con ambas manos dejando sus pies colgar. Se revolvió y pataleo para que la soltara, luchando por respirar utilizo sus manos para intentar separar las del orco. Su visión comenzó a nublarse en parte por las lágrimas y por la falta de aire, sangre caía en uno de los costados de su rostro, ¿Con tanta fuerza la había golpeado? Reprimió un quejido, dolía demasiado, su rostro, el agarre en su cuello, nunca la habían golpeado y ese dolor era desconocido para ella, tosió al sabor metálico en la boca, seguramente también le rompió la mejilla interna con el bofetón.

En su forcejeo enfocó nuevamente el cuerpo de Kili.

No pudo salvarlo, ni siquiera lo había intentado, y ahora ella también moriría. No tuvo miedo de morir, era lo que se merecía por ser una cobarde, por no intentarlo siquiera.

Amethyst: The Hobbit.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora