Capítulo 5: En el frente de batalla.

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Los minutos se habían convertido en horas y aún seguían en la misma posición. Con el paso del tiempo el rey se había quedado completamente quieto contra ella con sus brazos apretados en torno a su cintura y su aliento tibio chocando en el hueco de su cuello.

Había abierto un par de veces la boca para decir algo, pero nada parecía adecuado. No existía consuelo para lo que acababa de pasarle y ella no era precisamente alguien acostumbrada a consolar a otros, al contrario, desde niña siempre la cuidaron para que nada la hiciera sufrir. No conocía de dolor, pena o tristeza, cuidada incluso en los pasos que daba ¿Se había herido alguna vez? No lo recordaba.

¿Qué haría mi madre?

Era una niña que no había crecido acorde con su cuerpo, tenía la edad de un elfo adulto, pero no la madurez. Su madre era quien la consolaba cuando algo la aquejaba, remontarse a esa época le recordaba lo tonta que era en ese entonces, lo que ella calificaba como problemas eran una nimiedad comparando con su situación actual. No sabía nada de la vida.

La reina de Mythary tenía respuestas para todo, podría curar su pena con unas palabras sabias que lo harían sentir mejor en segundos, puede que hasta su sola sonrisa lograría restablecer su espíritu, pero ella no se le parecía. No lograría alegrarlo con su canto o inventando un discurso, no se sentía capaz de tal proeza. No sabía cómo consolarse a sí misma, ¿cómo esperaba levantar al fuerte enano desecho en sus brazos?

Pensó en su hermano y su incierto destino, que había sido de él, como murió. Si peleando en la cuidad contra los orcos o consumido por el fuego de dragón. Nunca se lo pregunto hasta ahora, pero se dijo que si fuera lo suficientemente valiente para escucharlo querría saberlo todo ¿que era lo último que dijo?, ¿como se veía?¿quien lo había matado y como? No bastaría con saber que la quería, o que sus últimas palabras eran que la amaba.

Necesitaba más.

Miro el cabello negro entre sus dedos, sedoso al tacto.

Él necesitaba más.

Así que empezó, con lentos susurros a relatarle la visión por completo sin guardarse nada, cada detalle, cada lugar, lo describió todo con sumo cuidado. En ciertas partes de su relato los brazos del rey se apretaban en torno a ella, como si no supiera si pedirle que parara o, por el contrario, alentarla a seguir.

Sus ojos se humedecieron y la voz se le quebró a cada tanto, pero cumplió con su propósito de decirle todo. Cuando llego a la parte en la que debía repetir las últimas palabras de su padre, el la estrechó más fuerte que en las otras ocasiones.

Finalmente, minutos después de que terminara de narrar, los brazos alrededor de ella se soltaron con suavidad.

-Gracias...-el enano se separó apenas dejando muy poco espacio entre sus rostros.

Desde esa distancia podía ver la bonita tonalidad de sus ojos. Sabía que los tenía azules, pero las lágrimas habían intensificado el color haciéndolos brillar como dos zafiros. Un cosquilleo se presentó en su estómago por la profundidad de su mirada y su reciente agradecimiento. Él le sonrió con calidez intentando ocultar el velo de tristeza que aún lo cubría.

Era normal que el dolor lo acompañara de ahora en adelante, quería creer que la pérdida de su padre fuera suficiente para espantar la enfermedad de la codicia, pero ella no decidía eso, por mucho que lo deseara.

-No tiene que agradecerme nada...-le sonrió.

Vio la sonrisa del rey desvanecerse y su mirada cambiar a una de seriedad. Sus ojos se desviaron a sus labios en apenas un segundo. Giro el rostro con incomodidad siendo consciente de lo cerca que estaban.

Amethyst: The Hobbit.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora