El Dulce Sabor de la Perversión (En edición)

Capítulo 14: "Atadura de Sangre Inmortal"

La luz tenue me despierta, molestando en mi vista, por lo que de a poco abro mis ojos, siento que he dormido profundamente y soñado con demasiadas cosas confusas por días. Mi cuerpo esta adolorido y pesado, pero lo que me desconcierta y asusta es la extraña sensación en mi sangre, sobre todo, porque nunca antes había sentido mi sangre, es decir, parezco ser consciente de ella, es como si algo cálido y potente fluyera por mis venas, diferente a cualquier cosa que haya experimentado en mi vida.

Mi sangre parecía fluir con una calidez punzante, desconocida, un latido que reverberaba en cada músculo adolorido, haciéndome consciente de cada rincón de mi cuerpo como si por primera vez percibiera la vida misma, palpitante y extraña en mis venas.

Al intentar levantarme, la cabeza me da vueltas y un mareo me obliga a recostarme en la cabecera de la cama. Solo entonces miro a mi alrededor, estoy en la habitación del idiota.

Ahora, por alguna extraña razón, puedo sentir el aroma de cada cosa en ella, el aroma de los inciensos que me molesta, los aceites, la madera, sobre todo, las sabanas y su ropa que tienen su aroma, un impulso que logro controlar me hace querer traer la ropa del idiota y revolcarme en la cama para impregnarme de su olor.

Entonces, lo siento, su presencia tras la puerta, segundos después, entra en la habitación, observándome con tal intensidad que me hace estremecer. Su rostro, de alguna manera, se hizo más atractivo de lo que recuerdo ¿se operó algo o algo así? Este pensamiento me hace entrecerrar los ojos. Como sea, su expresión marca severidad, como si cada uno de sus pensamientos fuera una orden.

Mi corazón se agita con cada paso que da, y cada segundo se acelera más, creo que sufro de taquicardia hace un tiempo. Esta reacción en mí, parece no ser simplemente por la atracción que siempre he sentido por él, si no, por la rabia que surge al recordar lo que ha hecho, con mi respiración pesada, como si estuviera a punto de explotar contra él, con los músculos aún más tensos que antes. Me mira como mi padre mira a mi madre, como si fuera lo único en su mundo, pero el maldito idiota pervertido también tiene un aire de posesión que me irrita aún más profundamente.

-Estas despierta -dice con voz baja y profunda, con cierto alivio.

-¿Qué me hiciste? -mi voz suela más débil de lo que esperaba, pero me esfuerzo por mantenerme desafiante.

-Te hice mía... más formalmente -las palabras se clavan en mi mente, trayendo consigo recuerdos confusos: el ardor en mi mano, la sangre escurriendo de su pecho y boca, sus labios sobre los míos y luego, nada. Mi mente me dice que sé a qué se refiere, es como una marca imborrable con su nombre en todo mi ser, incluso mi mente, mi cuerpo, pertenecen a este ser perverso que me mira con devoción, y él, él también me pertenece.

-No lo quiero -murmuro, ­luchando por contener la ira y el miedo que crecen dentro de mí.

-Eres mía en cuerpo y alma, Yazlyn, mucho antes de que pudieras comprenderlo. El universo mismo lo dispuso para ambos, y así será -sentencia con una firmeza que desarma mis propias palabras de protesta. La dureza en su voz no deja lugar a dudas, no tiene, nunca tuvo, la intención de darme opciones.

Le sostengo la mirada, él sabía que hiciera lo que hiciera, terminaría igual, aquí. Estudiando su mirada, encontré una vulnerabilidad que nunca había visto antes, pero eso ahora no importa.

Lo único que importa es que mi vida ha cambiado para siempre, y la ha cambiado sin mi consentimiento.

-No te pertenezco -escupo con desafío, aunque mi corazón late fuerte y mi estómago se revuelve por la mezcla de emociones que me inundan al decirlo.

Él se aproxima a mí, demasiado cerca, siento una enorme necesidad de tirarme sobre él, pero apretó mis manos tratando de contenerme.

-Lo comprenderás con el tiempo -en su mirada, una mezcla de dolor y determinación se muestra -. Tengo una eternidad para esperarte pequeño infierno, pero ahora, tienes que descansar. Esto es solo el comienzo.