A veces me pregunto cómo es que unos pocos párrafos pueden contener una vida completa. Las palabras de esta mujer... de alguna manera, me hacen sentir que estoy mirando dentro de su alma. Cuando Viktor le contó aquella historia de dioses, ella debió haber sentido lo mismo que yo siento ahora: esa mezcla de asombro y temor al comprender que él había depositado toda su felicidad en ella, igual que un dios que confía sus secretos a un mortal.
"Viktor me contó una historia de dioses", leí en mi mente, mientras una extraña calidez empezaba a envolverme. "Hablaba de dioses, de aquellos que, al reunirse para dar forma a nuevos seres, se enfrentaron a la incógnita de cómo crear una vida diferente a la suya. No deseaban que estos nuevos seres fueran iguales a ellos, por lo que se hicieron la pregunta: ¿qué podría separarlos de los humanos?
Uno de los dioses propuso que les fuera arrebatada la felicidad. 'Si la felicidad ya no existe en ellos, nunca podrán alcanzar la grandeza de los dioses', dijo, pero otro objetó que eso sería demasiado cruel. Un tercer dios sugirió que la felicidad fuera escondida en lo más profundo de la tierra, en un lugar oculto entre el oro y las riquezas más inalcanzables, pero otro lo refutó rápidamente: 'Los humanos son ingeniosos, encontrarán la forma de desenterrarla'. Así, se sumieron en un profundo silencio, hasta que uno, sabio entre ellos, propuso algo más insólito: 'Escondámosla dentro de ellos mismos. No en un lugar físico, sino en lo más recóndito de su esencia, allí donde no puedan llegar, ni siquiera los más sabios.'"
Volteé la página, sintiendo cómo esas palabras despertaban algo profundo en mí. Continué leyendo:
"Viktor me dijo que, aunque la humanidad había asumido que la felicidad estaba en ellos mismos, él y los suyos, los de su estirpe, creían que su felicidad no estaba en sí mismos, sino en una persona que pudiera otorgársela. Me dijo que esa persona era yo. Que, desde que había descubierto ese secreto en mi mirada, deseaba ser mi felicidad tanto como yo era la suya. Me miró profundamente a los ojos y, con una voz que temblaba de emoción contenida, me dijo: 'Mi felicidad está en ti, umma mía. Y deseo, con todo mi ser, ser también la fuente de tu felicidad'.
Viktor es, sin lugar a dudas, la fuente de mi dicha, la esencia de toda mi existencia. Estoy profundamente enamorada de él, de su alma entera y de cada matiz de su ser. Sé bien que su amor es intenso, ardiente, quizá demasiado para otros, pero para mí esa intensidad es lo que me hace sentir viva, como si nada más importara en este vasto mundo. Cada instante en su presencia es como un susurro de eternidad, y el tiempo se desvanece, dejándonos a él y a mí, unidos por algo que trasciende lo mortal.
Amo cada gesto suyo, su mirada profunda, su voz grave, la manera en que posa sus ojos en mí como si fuera el único tesoro en su vida, como si yo fuera el centro de su universo. El anillo que me otorgó es mucho más que una joya; lo llevo como símbolo de nuestro lazo inquebrantable, como una promesa encarnada en un objeto que resguarda su amor y su confianza ciega. Este anillo es su presencia en mi piel, el recuerdo de su devoción y de su entrega. Lo llevo en mi mano como si fuera una extensión de su presencia, una promesa de que nada podrá separarnos. Mi corazón late por él y solo por él, y no temo decir que él es mi vida misma. Todo lo que soy, todo cuanto sueño, no es sino la sombra de su amor, y no deseo más que pertenecerle hasta el último de mis días."
Dejé de leer por un momento. Esas palabras tan puras, tan absolutas parecían brillar en el papel, envolviéndome en su intensidad, como si la escena se desarrollara frente a mí a través de las líneas escritas. ¿Qué era esto que ella había sentido? ¿Qué era este amor en el que dos vidas parecían depender completamente una de la otra?
Inconscientemente miré el anillo que colgaba de mi cuello. Me resultaba curioso que el dueño del anillo se llamara igual al dueño del anillo en el diario. ¿Era posible?
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El Dulce Sabor de la Perversión (En edición)
FantasíaYazlyn ha sobrevivido a las sombras de su pasado, sin saber que el mayor peligro está en los brazos de quien dice amarla; de la oscuridad que lleva dentro y que arde por ella. "Un deseo ardiente se apoderó de mí, inundando cada fibra de mi ser con...