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Pov. Katniss


El viernes fui a trabajar temprano y regresé pronto a casa para arreglarme para la cita con Gale.

Me di una larga ducha caliente y me tomé un poco más de tiempo con el pelo y el maquillaje, tratando de disfrutar un poco de la emoción que suponía ser solo una chica a punto de salir a cenar.

¿Y si me besaba? Noté el aleteo de miles de mariposas en el estómago. Por extraño que pudiera resultar, volví a pensar en Peeta y sufrí una vaga sensación de culpabilidad. Era una tontería; Peeta era solo un amigo. Podía pensar que quizá entre nosotros había algo más, pero no era cierto. La relación con él era confusa y extraña, un territorio desconocido. Tenía un rostro agradable —al menos lo que podía ver—; sin embargo, no era eso lo que me atraía de él. Fruncí el ceño ante mi imagen en el espejo, haciendo una pausa en la aplicación del delineador de ojos. Sin duda, Peeta tenía un buen cuerpo..., qué narices, tenía un cuerpo de infarto, capaz de hacer babear a cualquier mujer, y yo no era diferente a las demás, pero ¿me atraía de verdad? ¿Cómo podía parecerme atractivo un hombre tan diferente de todos los que me habían gustado antes? A pesar de todo, era imposible negar su encanto. Cuando pensaba en él recordaba su tímida sonrisa y la forma en que parecía absorber con la mirada cada pequeño dato sobre mí; me hacía sentir también mariposas en el estómago. Sí, había algo, aunque no sabía qué.

Por otro lado, era más fácil sentirse atraída por Gale. Lo tenía todo; modales caballerosos y un físico que resultaba atractivo a cualquier chica en su sano juicio. Aunque había que tener en cuenta que yo no estaba en mi sano juicio. Quizá sería necesario que me dieran un pequeño empujón; a fin de cuentas, hacía más de seis meses que...

Terminé de maquillarme. No era necesario pasarse, se trataba solo de una cita. Con un chico atractivo, con un buen tipo.

No debería estar nerviosa. Tenía experiencia y no era virgen. Había mantenido tres relaciones más o menos serias en la universidad, e incluso había llegado a considerarme enamorada de uno de aquellos chicos. Al final, resultó que él estaba coladito por todas mis compañeras de piso, tanto como para meterse bajo las bragas de cada una de ellas a mis espaldas, y aquello había terminado mal. Fuera como fuera, la cuestión era que no tenía necesidad de ponerme nerviosa porque fuera a salir con Gale Mellark. Era solo una cita, una primera cita. Y si no quería volver a verlo, no lo haría, y punto. Resultaba muy sencillo.

Gale llamó a mi puerta a las siete en punto. Su apariencia, con pantalones de pinzas y camisa, era magnífica. Yo había elegido un vestido negro que se ceñía a mis curvas y unos zapatos de tacón plateados. Luego le había dado volumen y forma al pelo con un rizador y me lo había dejado suelto. Él me lanzó una mirada de admiración al verme y me entregó el ramo de rosas rojas que llevaba en la mano, en un florero de cristal.

—Estás espectacular, Katniss.

Me llevé las flores a la nariz, sonriendo.

—Gracias —dije mientras dejaba el vaso sobre la mesa, junto a la puerta. Me apoyé en su brazo mientras nos dirigíamos a su enorme pickup plateada.

Me ayudó a subir, y de camino al restaurante hablamos sobre cómo me estaba adaptando a la vida en Pelion.

Me llevó a un lugar llamado Cassell Grill, al otro lado del lago. Ya me habían llegado rumores de que era el mejor restaurante de los alrededores. El ambiente, tenue y romántico, con unas hermosas vistas a la orilla del lago a través de unos grandes ventanales, me lo confirmó.

—Dentro de poco, no tendremos que venir a esta orilla del lago para disfrutar de lugares como este —me confió Gale cuando nos sentamos a la mesa e hice un comentario sobre lo bonito que era el restaurante—. Tendremos donde elegir en Pelion.

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