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Era una tarde cálida en Los Ángeles, y el sol se escondía lentamente detrás de los edificios mientras las luces de la ciudad empezaban a titilar. Yo había terminado una larga semana de trabajo, y lo único que quería era relajarme, estar tranquila. El sonido del motor de un carro rugiendo al acercarse me sacó de mis pensamientos. Lo reconocí al instante: su carro, su manera inconfundible de llegar con fuerza, como siempre.

Sonreí al escuchar la puerta del carro cerrarse de golpe, seguida por pasos firmes y decididos. No tuve que esperar mucho. Ahí estaba él, con esa energía que siempre traía consigo.

—¿Lista para una sorpresa? —preguntó con esa sonrisa traviesa que conocía tan bien, la que siempre lograba hacerme sentir mariposas.

Me reí un poco, intentando no parecer demasiado emocionada, aunque por dentro sentía una mezcla de curiosidad y anticipación. Él siempre sabía cómo sorprenderme.

—¿Sorpresa? No sé si deba preocuparme o emocionarme —respondí, jugueteando con una de las pulseras en mi muñeca.

—No tienes nada de qué preocuparte, pero de emocionarte... Eso sí. —Él extendió su mano hacia mí—. Ven conmigo.

Sin hacer preguntas, tomé su mano. El contacto de su piel contra la mía era cálido, reconfortante, y sentí una pequeña corriente de emoción recorrer mi cuerpo. Caminamos hacia el carro, y antes de que pudiera siquiera intentar adivinar qué estaba tramando, abrió la puerta del pasajero y, sobre el asiento, vi una caja pequeña de terciopelo negro.

—Ábrela —dijo con tono despreocupado, como si fuera cualquier cosa, pero sus ojos brillaban con una intensidad que me decía que esto era importante para él.

Mis manos temblaron ligeramente mientras tomaba la caja. La abrí despacio, sintiendo mi corazón latir un poco más rápido. Y ahí estaba: un collar de Van Cleef, idéntico al que él siempre llevaba. Las icónicas flores de cuatro hojas en oro amarillo brillaban bajo la tenue luz del atardecer. Era hermoso, elegante, y más que nada, era un símbolo de algo más profundo, de lo que él sentía por mí.

One Shots ; Natanael CanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora