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What we could have been
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Era la primera vez que lo llevaba a casa. No podía negar que estaba nerviosa. A mis padres jamás les había presentado a ningún chico y, aunque sabía que ellos siempre habían sido protectores conmigo, estaba segura de que podían darle una oportunidad a él. Después de todo, yo lo veía de manera diferente.
—¿Estás lista? —me preguntó, con esa sonrisa despreocupada que siempre llevaba puesta.
Asentí con la cabeza, aunque mi estómago se retorcía de ansiedad. En mi mente repasaba todas las posibles conversaciones que podrían surgir y, sobre todo, las reacciones que mi papá tendría. Desde pequeña, él siempre había sido estricto. Mi mamá, por otro lado, era más calmada, pero no menos desconfiada. Natanael era diferente de lo que mis padres imaginaban para mí, pero eso no significaba que fuera mala persona. Simplemente, veníamos de mundos distintos.
—Mis padres pueden ser un poco… intensos —le advertí, cuando llegamos frente a la puerta.
—No te preocupes —me respondió con serenidad—. Lo tengo todo bajo control.
Me reí un poco, aunque por dentro me moría de los nervios. No era exactamente el tipo de chico que mis padres esperaban que les presentara: tatuajes, cadenas y ese estilo rebelde que lo caracterizaba. Pero yo lo conocía más allá de las apariencias. Sabía que tenía un buen corazón, aunque la mayoría lo juzgara sin conocerlo.
