Capitulo 9: Un Latido en el silencio

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Los días habían pasado en un torbellino de emociones, y aunque Enzo y Julián habían estado más cerca que nunca, había una sensación extraña en el aire que Julián no podía ignorar. No era solo la intensidad de su vínculo, ni la forma en que los deseos de su cuerpo Omega lo conectaban con Enzo de una manera única. Había algo más, algo que había cambiado dentro de él, algo que lo hacía sentirse diferente, más vulnerable.

Julián había notado los primeros indicios días atrás: un cansancio inexplicable, la sensibilidad en su cuerpo y un sentimiento de pesadez en el abdomen que no podía ignorar. Al principio, lo atribuyó al estrés de todo lo que habían pasado, pero cuando los síntomas comenzaron a intensificarse, supo que no podía seguir negándolo.

Una tarde, mientras estaba solo en la cabaña que compartía con Enzo, Julián se sentó en la cama, sus manos temblorosas acariciando instintivamente su vientre. Sabía lo que esto significaba, y el pensamiento le llenaba de una mezcla de emoción y miedo. Como Omega, era natural que pudiera quedar embarazado tras unirse a un Alfa, pero nunca había pensado que sucedería tan rápido, ni en medio de toda la confusión y tensión que había estado sintiendo en los últimos meses.

Esa noche, cuando Enzo llegó a casa, Julián lo estaba esperando. No había forma de retrasarlo más. Enzo entró, su mirada buscando a Julián, y en cuanto lo vio sentado en la cama, supo que algo importante estaba por suceder.

—Enzo... tenemos que hablar —dijo Julián, su voz temblorosa pero decidida.

Enzo frunció el ceño, su preocupación visible en cada línea de su rostro. Caminó hacia él, sentándose a su lado, tomando su mano con suavidad.

—¿Qué pasa, amor? —preguntó con voz suave, sus ojos oscuros llenos de cariño.

Julián tragó saliva, intentando encontrar las palabras correctas. Su mano libre se deslizó sobre su vientre de manera protectora antes de mirar directamente a Enzo.

—Estoy... estoy embarazado.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Enzo se quedó mirándolo, procesando lo que acababa de escuchar. Durante unos largos segundos, no dijo nada, y Julián comenzó a sentir el pánico burbujeando en su pecho. ¿Y si Enzo no quería esto? ¿Y si no estaba listo para ser padre?

Pero entonces, la reacción de Enzo fue completamente inesperada. Una amplia sonrisa se extendió por su rostro mientras sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y alegría pura. Sin decir una palabra, tiró de Julián hacia él, envolviéndolo en un abrazo firme, su nariz enterrándose en el cuello de su Omega.

—No lo puedo creer —murmuró Enzo, su voz cargada de emoción—. Julián... vamos a tener un bebé.

Julián se relajó al instante en sus brazos, sintiendo cómo el peso de la incertidumbre se desvanecía. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin que pudiera detenerlas, pero esta vez eran lágrimas de alivio. Sentir el apoyo y la felicidad de Enzo lo llenaba de una calidez que no sabía que necesitaba hasta ese momento.

—Sí... vamos a tener un bebé —repitió Julián en voz baja, dejando que la realidad de la situación los envolviera a ambos.

Enzo lo sostuvo por un largo tiempo, sin soltarlo, sus manos acariciando con cuidado el vientre de Julián, donde comenzaba una nueva vida. La intensidad de su conexión, de su vínculo Alfa-Omega, había alcanzado un nuevo nivel. Y mientras el futuro aún estaba lleno de incertidumbres, sabían que enfrentarían todo juntos.

Entre el instinto y el amor AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora