Capitulo 15: Un nuevo comienzo

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El cielo comenzaba a iluminarse con los primeros rayos del amanecer cuando Enzo y Julián, con las pocas pertenencias que lograron empacar, dejaron atrás lo que hasta entonces había sido su hogar. La decisión de abandonar la manada había sido difícil, pero después del ataque de Tomás y los otros Alfas, ambos sabían que ya no era seguro para su familia.

Julián, aún recuperándose del susto de la noche anterior, se mantenía cerca de Enzo, su mano firmemente entrelazada con la de su Alfa. Cada paso que daban era un recordatorio de lo que habían construido juntos y de lo que estaban dispuestos a hacer para protegerlo.

—¿Estás seguro de que esto es lo correcto? —preguntó Julián con su característico acento cordobés, que siempre lograba suavizar los momentos más tensos.

—Nunca estuve más seguro de nada en mi vida —respondió Enzo, apretando su mano—. Nuestra prioridad es Olivia, vos y yo. Si tenemos que empezar de cero, lo haremos juntos. No me importa dónde, mientras estemos bien.

Julián sonrió, su amor por Enzo más profundo que nunca. Sabía que abandonar la manada significaba perder una parte de su identidad, pero también entendía que ya no era el mismo chico que había llegado al territorio tiempo atrás. Ahora era alguien diferente, un Omega que había encontrado su fuerza en el amor de su Alfa, y un futuro padre con el corazón lleno de esperanza.

Después de horas de viaje, llegaron a un pequeño refugio en las montañas, lejos del territorio de la manada. Era un lugar apartado, rodeado de naturaleza y paz, exactamente lo que necesitaban para recomenzar.

—Es perfecto —susurró Julián, mirando el paisaje con una sonrisa—. Acá podemos ser felices.

Enzo lo abrazó por detrás, descansando su barbilla en el hombro de Julián. A pesar de todo lo que habían vivido, finalmente sentía que podían respirar. No había más amenazas, no había más luchas por el poder. Solo quedaba un futuro brillante, donde él, Julián y su hija podrían vivir en paz.

—Vamos a estar bien acá —murmuró Enzo, susurrando suavemente en el oído de su Omega—. Yo me encargo de todo. Vos solo tenés que concentrarte en estar bien para Olivia.

Los meses siguientes fueron de calma y preparación. Julián, aunque ya en las últimas etapas de su embarazo, se mantuvo activo, preparando el pequeño hogar que ahora compartían. Enzo se dedicaba a construir un lugar seguro para su familia, cazando y trayendo lo necesario para mantenerlos.

Una tarde, mientras Julián descansaba en el porche, observando el atardecer, sintió una punzada en su vientre. Al principio pensó que solo era una contracción normal, algo que había experimentado varias veces en las últimas semanas, pero cuando el dolor se intensificó, supo que había llegado el momento.

—¡Enzo! —llamó, su voz cargada de urgencia.

Enzo apareció de inmediato, dejando caer las herramientas que tenía en las manos al ver la expresión de Julián.

—¿Ya? —preguntó, sin poder disimular la mezcla de nervios y emoción.

—Sí, ya... —Julián intentó mantenerse tranquilo, pero el dolor lo hacía respirar con dificultad.

Enzo no perdió tiempo. Ayudó a Julián a ponerse cómodo en la cama que habían preparado para ese momento. Durante horas, Enzo estuvo a su lado, sosteniendo su mano, susurrándole palabras de aliento, asegurándose de que no estuviera solo en cada contracción, en cada suspiro de dolor. Era un momento difícil, pero lo superaban juntos.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, los llantos de una pequeña criatura llenaron el aire. Enzo, con lágrimas en los ojos, sostuvo a su hija recién nacida entre sus brazos y la acercó a Julián.

—Es... hermosa —susurró Julián, agotado pero con una sonrisa llena de amor al ver a su pequeña Olivia por primera vez.

—Igual que vos —respondió Enzo, inclinándose para besar la frente sudorosa de Julián—. Lo hiciste increíble.

Olivia, con su suave cabello oscuro y ojos curiosos, se acomodó en los brazos de su Omega, que la miraba con una mezcla de asombro y emoción. Era perfecta. El resultado de todo lo que habían vivido, de cada sacrificio y lucha. En ese momento, todo lo demás desapareció.

—Es nuestra hija, Enzo —dijo Julián con lágrimas en los ojos, sin poder contener la emoción.

—Sí, lo es. Y vamos a protegerla con todo lo que tenemos —prometió Enzo, acariciando la pequeña cabeza de Olivia mientras sus ojos se encontraban con los de Julián.

Habían logrado superar todo: las amenazas de la manada, los intentos de secuestro, el peligro constante. Ahora, estaban solos, pero juntos, y eso era lo único que importaba.

Con Olivia dormida en los brazos de Julián, Enzo se sentó a su lado, abrazando a su pequeña familia. El futuro seguía siendo incierto, pero por primera vez en mucho tiempo, sentían una paz que jamás habían conocido.

—Te amo, Julián —murmuró Enzo, cerrando los ojos mientras apoyaba su frente contra la de su Omega.

—Yo también te amo, Enzo —respondió Julián, sonriendo suavemente—. Y gracias por todo esto... por darnos una vida nueva.

Y así, en la tranquilidad de su refugio, mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, Enzo, Julián y Olivia se acurrucaron juntos, sabiendo que, pase lo que pase, habían encontrado su hogar en los brazos del otro.

Entre el instinto y el amor AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora