Responsable en un 33% Torre Stark (Nueva York, Manhattan) 2013
Narrador omnisciente: Antes de que el sol se alzará sobre las calles de Nueva York las personas caminaban de un lado a otro directo hacia sus tareas cotidianas, hombres y mujeres con abrigos para la fría madrugada todos siendo observados, desde uno de los últimos pisos de la afamada torre, por los ojos de la pelinegra que no había sucumbido al sueño esa noche.
Los recuerdos y escenas previas le hicieron imposible conciliar el sueño, aunque no es que el sueño y descanso sean sus más íntimos amigos. Después de pensar y desahogarse por largas horas se puso de pie y trató de enfocarse en otra cosa que no fueran sus asfixiantes pensamientos, pero en lugar de distraerse otra preocupación se plantó en su mente.
Recordaba el poder oscuro que había aparecido en ella el día en que perdió a su hermano. No había dejado de pensar en ello, en esa energía devastadora que sentía crecer dentro de su ser, lista para emerger si perdía el control. La peor parte de ella.
Desvió la mirada del cristal que la separaba del exterior y se dirigió al baño. Necesitaba calmar su mente, dejar de sentir esa presión en su pecho, ese temblor que anunciaba lo peor. Abrió el grifo y dejó que el agua fría cayera sobre sus manos, pero cuando alzó la vista, lo vio.
En el espejo, no estaba sola.
Su reflejo no la imitaba. En lugar de ello, la imagen en el cristal se transformaba, sus ojos negros, vacíos, la observaban como si pertenecieran a un monstruo. Su propia boca se curvaba en una sonrisa cruel, burlona, que Yelena no reconocía. El miedo la atrapó en ese instante, sus dedos temblaron y el pánico ascendió por su cuerpo. No lo pudo controlar.
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Con un estallido, el espejo frente a ella se rompió en mil pedazos.
Su respiración se aceleró. Los fragmentos de vidrio caían al suelo, el reflejo se había desvanecido, pero el terror seguía allí, apretándole el pecho. Retrocedió lentamente hasta la puerta, evitando los restos que crujían bajo sus pies, y salió del baño apresuradamente.
Necesitaba salir de allí.
El aire fresco del pasillo le dio una breve sensación de alivio. Caminó sin rumbo fijo hasta llegar al recibidor, donde el ascensor estaba silencioso, esperando. Observó el lugar a su alrededor, tratando de contener la energía oscura que aún sentía burbujeando en su interior. Pero antes de que pudiera dar un paso más, una voz familiar la interrumpió.
—¿Vas a algún lado o simplemente disfrutas del silencio? —Tony Stark apareció a su lado, con las manos en los bolsillos y una expresión de falsa inocencia.
Yelena lo miró, con una expresión neutral. —¿Te importa?
Tony sonrió con ese aire despreocupado que tanto lo caracterizaba, inclinándose ligeramente hacia ella como si quisiera descubrir más de lo que decía. —Por supuesto. Te guste o no, soy responsable de ti. Al menos en un 33%, ¿verdad? —dijo, guiñándole un ojo—. Y si vas a quedarte aquí, al menos podrías dejarme darte el tour. No querrás tropezarte con algún laboratorio secreto y convertirte en un experimento fallido, ¿verdad?
