IN THE DARCK -Bucky Barnes-

Capitulo 16.1

Despues de un festin
Torre Stark
(Nueva York, Manhattan)
2013

Narrador omnisciente:
Yelena regresó a la Torre en silencio, acompañada por Tony, que hablaba de manera ligera mientras caminaban por los pasillos. La noche había caído sobre la ciudad, y aunque el aire en la torre se sentía diferente, ella estaba más tranquila de lo que había estado en mucho tiempo. No sabía exactamente por qué, pero la conversación con Tony había dejado una sensación de alivio dentro de ella. Sin embargo, esa misma tranquilidad la confundía. Había confiado en él más rápido de lo que jamás hubiera pensado posible, y esa sensación la desconcertaba profundamente.

Cuando llegaron a su habitación, Tony le hizo una señal rápida de despedida y se dirigió hacia su propio piso.
Yelena cruzó las puertas de su habitación, y por un momento, se quedó allí, quieta, con la mano todavía en la perilla. El silencio del lugar la envolvió como una manta pesada. No era un silencio acogedor, ni tampoco inquietante; era un vacío que la hacía sentir pequeña, como si la habitación, a pesar de su amplitud y modernidad, no tuviera nada de personal. Solo era un espacio funcional, sin historia, sin vida... sin recuerdos.

Soltó la perilla de la puerta lentamente, y el leve clic al cerrarse resonó en el aire como una señal de su soledad. Dio un paso hacia adelante, sus pies apenas haciendo ruido contra el suelo perfectamente liso. Cada centímetro de la habitación parecía desprovisto de imperfecciones, un contraste tan marcado con los lugares en los que había estado antes, donde cada grieta, cada marca en las paredes, tenía una historia. Aquí, no había nada que le hablara de quién era o quién había sido.

Sus ojos se fijaron en la cama, el objeto central de la habitación. Enorme, suave, desproporcionadamente cómoda. Era tan diferente de todo lo que había conocido que, en lugar de atraerla, le generaba una sensación de desconfianza. No se acercó de inmediato. Se quedó de pie, a unos metros de distancia, observando la cama como si fuera una bestia desconocida, algo que no comprendía del todo.

Suspiró, y finalmente, dio un paso hacia adelante, como si cada movimiento requiriera una fuerza de voluntad que no sabía si tenía. El contraste entre lo que veía y lo que recordaba comenzó a abrumarla. Frente a sus ojos, la cama se desdibujaba, y en su lugar, los recuerdos comenzaron a surgir como sombras.Recordó la barra de metal a la que llamaba cama cuando era niña. Esa fría pieza de hierro, sin colchón, donde se tumbaba junto a su hermano. La dureza del metal bajo su cuerpo era su única constante, algo que no cambiaba ni siquiera en las noches más difíciles. Recordaba cómo ambos se acurrucaban, hombro con hombro, compartiendo el poco calor que sus cuerpos generaban. Cada noche era una batalla por sobrevivir, no solo al frío, sino a los recuerdos y los miedos que los perseguían.

Y ahora, aquí estaba, en una habitación que parecía de otro mundo. Una cama suave, hecha de materiales que jamás habría imaginado, un lujo que nunca se le había permitido desear.

Yelena se acercó un poco más y se sentó en el borde de la cama, con cautela. Al hacerlo, sintió cómo su cuerpo se hundía en el colchón. La sensación la tomó completamente por sorpresa. La suavidad la envolvió, y su primera reacción fue de alarma. Su corazón dio un vuelco en su pecho, acelerando su ritmo. Se levantó de inmediato, alejándose del borde de la cama como si la hubieran quemado.

—Es solo una cama... —murmuró para sí misma, intentando racionalizar la sensación que acababa de experimentar.

Pero la verdad era que nunca había sentido algo así. La comodidad, la suavidad, todo lo que esa cama representaba estaba tan fuera de su realidad que su cuerpo la rechazaba automáticamente. Se quedó de pie, mirando la cama, respirando profundamente para calmar el ritmo frenético de su corazón. Durante unos segundos, pensó en abandonar la idea de dormir allí. Tal vez podría descansar en el suelo, donde el contacto con la dureza la hacía sentir más segura, más conectada con lo que había conocido toda su vida.