Su corazón tembló en cuanto su cuerpo se recostó sobre el suave y mullido mueble.
Tantos recuerdos tortuosos le traían aquellas cuatro paredes que Hunter por un momento no supo qué demonios hacía él allí.
De repente recordó aquella noche, aquel beso, aquella confesión.
La última bebida que tendría con su hermano. Su pecho dolió, así que lo frotó sobre la manta de estrellitas que Kian le había ofrecido para cobijarse de las altas temperaturas de la madrugada. Pero eso no alivió su pesar, ni un poco.
Tenía que levantarse temprano, pero su cabeza estaba tan activa en pensamientos inútiles que no podía pegar ojo.
Solo una cena ligera sin mucho intercambio de palabras había tenido con Kian, y el omega había insistido en prestarle aquel pantalón de pijama que le quedaba corto en los tobillos y le tiraba en la parte de enfrente.
Si le preguntaban él prefería dormir desnudo, y eso de los estampados de flores estaba lejos de ser su estilo. Pero ciertamente, si Kian decía salta, él solo preguntaba, qué tan alto.
Era patético? Bastante. Hunter ya se sentía suficiente perdedor por codiciar algo que no era suyo.
A partir de ahora voy a llevarte y recogerte del trabajo. No se te ocurra moverte por tu cuenta. Tienes que esperarme. Entendido?
Había dicho él cuando Kian puso a secar su ropa.
Pero en qué demonios estaba pensando él?
Y aunque Kian aceptó rápidamente su requerimiento, Hunter no pudo evitar sentirse enormemente patético.
Cansado de mirar al techo de la sala de estar, Hunter se volteó de costado cubriéndose hasta la altura de su nariz con la manta de Kian, no porque tuviera frío, sino porque percibir su aroma en la tela le resultaba enormemente dulce.
El aroma de Kian era encantador, cálido y natural. Especialmente dulce ahora debido al embarazo.
En cuanto colocó su mejilla sobre la almohada, también propiedad de Kian Spencer, Hunter sintió que caería a un sueño tan profundo como el que no tenía desde el momento en por primera vez él creyó que la felicidad era para siempre.
Gruñó, el sofá era cómodo, muchísimo. Pero aún así demasiado pequeño para su cuerpo grande y robusto.
Se removió sobre el suave y mullido mueble sosteniendo la almohada contra su pecho al colocarse sobre su espalda para dejar caer sus pies por encima del reposabrazos del sofá.
Decidió apagar por unas pocas horas sus pensamientos más inútiles, después de todo necesitaba energía si quería encontrar al cabrón que se había atrevido a amenazar a Kian.
No creyó que lo lograría, no cuando las reacciones de su cuerpo ante el aroma del omega comenzaban a hacerlo perder la paciencia.
Pero quizá su nivel de agotamiento físico y mental estaba a un nivel más elevado de lo que creyó, porque incluso antes de darse cuenta él ya estaba cayendo directamente a los brazos de Morfeo.
Se removió sobre el colchón con las sábanas enredándose en sus pies cuando los rayos del sol colándose por su ventana comenzaron a impactar su rostro de forma insoportable.
Gruñó ocultando su rostro en la almohada con el pretexto de huir de la luz que le impedía seguir con su reparador sueño.
Hacía mucho que Kian no recordaba lo que era despertar de buen humor luego de una noche de sueño sin pesadillas. Y creyó que estaba acostumbrado a despertar en un mar de lágrimas ahogado en el más insoportable dolor, pero después de una mañana como esa él moriría si volvía a despertar en aquel deplorable estado.
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Broken Heart Syndrome/Omegaverse/
RomanceSíndrome del corazón roto Nacer como un omega nunca sería fácil. En medio de agresivas protestas y en el inicio de la guerra civil nació Kian Spencer, un precioso bebé producto del romance secreto que un importante mercader de la zona de Valería man...