Capitulo 10

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Lauren regresó completamente vestida. Debió haberse puesto la ropa justo saliendo de la ducha, porque su camiseta se pegaba a todas partes de su cuerpo húmedo, y su cabello formaba florituras mojadas en su frente.

Estuvo fuera el tiempo suficiente como para que yo me repusiera.
Se sentó en el borde de la mesa de centro y trató de tomar mis manos, pero yo las alejé.

—Camila, sólo quiero disculparme. No debí haber sido tan apabullante contigo en el sillón.

¿Así que estaba teniendo dudas acerca de la asquerosa humana virgen?

—No —dije, mi voz tensa por el dolor—No debiste haberlo hecho.

Pareció aún más derrotada ante mi tono.

—Sé que eres virgen. Probablemente quieres flores y cenas a la luz de las velas, y yo no puedo darte eso.
Pero puedo prometerte que no voy a arrojarte al sofá y a violarte porque no pueda contenerme.

Fruncí el ceño. ¿Adónde quería llegar con esto?

Se veía solemne.

—Sólo quiero que sepas que mañana por la noche va a ser especial para ambas.

¿Mañana en la noche? ¿La noche de su celo?

—¿Estás drogada o algo así?

Fue su turno de fruncir el ceño.

—¿A qué te refieres?

Hice un gesto hacia la puerta.

—Tu novia...

—Exnovia —insistió.
—No estoy saliendo con nadie del clan. No con ella, ni Savannah.

—Nunca has dicho qué es Savannah para ti.

—Savannah es mi prima. Es como una hermana pequeña para mí. Es por eso que te quiero.

—Corrección —dije.
—Quieres algo que sea femenino y conveniente. ¿Recuerdas a Rosie? ¿Soltera número uno?

—¿Por qué, Camila, suenas casi celosa? ¿Serviría de algo si te digo que una vez que escuché tu voz, no quise a nadie excepto a ti?

Oh, si.

—No —dije. Tomé su novela y fingí leer, determinada a ignorarla.

Me arrebató el libro de las manos y lo arrojó por la habitación.

—Necesitamos hablar de tú y yo.

Me levanté por el libro.

—No hay un tú y yo.

Se levantó también, bloqueándome el paso.

—Eso es sobre lo que necesitamos hablar.

La fulminé con la mirada y traté de moverme a su alrededor. Se puso delante de mí otra vez. Suspiré y crucé los brazos sobre el pecho.

—¿Qué? —Maldición, ¿por qué la mujer tenía que ser tan alta? ¿Y ancha? Me sentí pequeña a su lado.

Echó mi cabello detrás de mis hombros, jugando con él. Por alguna razón, le encantaba mi cabello. Pensé en los rizos cortos de Arabella y me sentí un poco engreída. Ella podría haber tenido un cuerpo patea traseros pero yo tenía un cabello más bonito. Estúpido, lo sé, pero me gustaría tomar cualquier victoria que pueda
conseguir.

—Camila —dijo, su voz grave. —Me siento extremadamente atraída por ti. Te quise desde el primer momento en que te vi.

El alago pasó a ser mi punto débil. Maldita mujer.

Puma (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora