Capitulo 4

202 13 1
                                    

Recomendación: Here With me-Dido

Cuando desperté y entorné los ojos debido a la luz de sol que se abría paso a través de la ventana, el lado de la cama de Lauren estaba frío y ella se había ido. Una nota estaba situada cerca de una pila de ropa junto con mis llaves. Me senté y cogí la nota.


No es que estuviera ansiosa por saber de ella.

Nope.

Suprimí la sombra de decepción que me invadió al no poder ver a Lauren esta mañana. Como si me importara saber cómo luciría. Si tendría ese tipo de cara de desastre que generalmente cualquiera tiene. O si tendría esos lindos mechones despeinados en su cabello cuando despertó, o esa mirada somnolienta que volvía mis piernas gelatina. Nope. No me importaba.

Su letra era fluida y garabateada. Pero de alguna manera íntima. Con sólo mirarla me recorrió un cálido hormigueo.

Camila.

Mike no encontró nada inusual en la casa. De igual forma iré a verificar yo misma. Vigilaré la casa para asegurarme que nada -ni nadie- regrese. Por favor, si puedes


mantente alejada por unas cuantas horas más, hasta que sepa que es seguro. Bajé a la tienda de regalos y les conseguí algo de ropa. Adiviné las tallas. Espero que estén bien. Hay algo de dinero en el bolsillo para el taxi, usa mi tarjeta de crédito si lo necesitas. Tienes mi número celular. Llámame más tarde y podremos hacer planes.


No te dejaré escapar tan fácilmente.

Suspiré.

En una forma genuinamente torpe, Lauren había adivinado incorrectamente nuestras tallas. La camiseta y pantalones deportivos de los Cowboys Dallas que había


conseguido para Sara eran aproximadamente dos tallas más grandes. Su delgada forma prácticamente nadaba en aquella ropa deportiva. Pero ella sólo barboteaba acerca de cuán considerada era Lauren.

Mis ropas, siendo yo más alta y de mayor talle de corpiño que Sara, eran demasiado estrechas. La camiseta era indecente y los pantalones de correr eran tan cortos que bien podrían haber sido capris. Me los puse de todos modos. Y usé mi vestido corto


por encima como una túnica.

-Lo bueno es que Giselle nunca está en la oficina -dijo Sara, arremangándose la camiseta-. De lo contrario habría tenido un infarto de habernos visto vestidas así


para trabajar.

La suerte no estaba de nuestro lado. No habíamos hecho nada más que llegar a la pequeña oficina de enlaces a contarles a las chicas del horario nocturno (Ryder y Marie) acerca de nuestro lamentable asalto de morada cuando Giselle apareció de repente, hecha toda visión en un cortísimo vestido rojo y con su oscuro cabello


ondulado cayendo en cascada sobre sus hombros.

Tragué con fuerza ante la visión de mi jefa.

-Giselle -dije con voz débil-. Has vuelto pronto. -Bien, mierda. Esto sólo complicaba las cosas.

-Camila -chilló con un marcado acento-. Quiero verte en mi oficina. Ahora. -Ni se molestó en vernos a las cuatro apiñadas en el escritorio de Sara.

Todos mis sentidos estaban en alerta. Alisé mis ropas. Giselle de alguna forma debía haberse enterado de mi cita con Lauren y sólo había venido a la oficina a darme una paliza. Mierda.

Sara me miró con ojos desorbitados cuando pasaba. Pero no salió disparada hacia el cuarto de archivo. El resto de las chicas en la oficina no eran cambiadoras. Y Giselle era una sirena. Las sirenas tenían muchas cosas a su favor. Pero el sentido sobrenatural del olfato no era una de ellas. Esa era la razón por la que habíamos podido trabajar aquí por tanto tiempo.

Puma (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora