Agarro los papeles y salgo de la oficina.
Ya habían pasado dos días desde la pelea con Nathaniel y no me atrevía a verle la cara. Es un idiota igual, ponerse atento conmigo en estos momentos no le va a servir de nada.
Lo estuve evitando todo lo que podía metiéndome en el baño de las mujeres o saliendo temprano de la empresa.
Siempre trataba de alcanzarme pero yo era mas rápida.
En el transcurso de estos dos días me habían dado proporcionalmente una pequeña oficina. No era la gran cosa pero podría trabajar en paz y sin tener a un ser mirándome las veinticuatro horas del día.
Camino en dirección a la oficina principal y tocó la puerta.
Hoy tengo que dejar mi orgullo de lado y hablarle a Nathaniel. Tengo asuntos muy importantes que discutir con el.
La vuelvo a tocar y nadie responde.
Abro la puerta pasando a la habitación y lo veo. Está sentado con el ceño fruncido y concentrado mirando unos papeles.
Al parecer no me ha oído entrar.
Me siento en la silla al frente del escritorio poniendo los papeles que tenía en la mesa.
Levanta la vista y nuestros ojos conectan, aparto la mirada rápidamente aclarándome la garganta.
-Dime.- se quita los audífonos que tenía puestos.
-He encontrado un problema con las inversiones de Italia.- dirijo mi mirada hacia el piso, no me atrevo a mirarlo a los ojos.- Y no cuadran.
Siento como si su mirada atravesará mi cabeza y quitará todos mis pensamientos.
-¿Por qué?- se inclina hacia delante y entrelaza sus manos.
-Ahí están los papeles por algo los traje.- espeto con un tono de molestia señalando los papeles.
Suspira.
-Pero yo quiero que me lo digas tu.- levanta la mirada y nuestros ojos se vuelven a encontrar.Maldito Nathaniel, ¿No me puede quitar la mirada de encima tan solo un momento?
-Pues, he encontrado…
Me corto a mitad de la frase cuando alguien entra en la estancia.
Nathaniel se deja de concentrar en mi y por fin respiro.
-¿Qué quieres?, estoy en algo importante.- dice con un tono de molestia a quien quiera que sea la persona que está atrás mío.
-Eh, yo venía a saludarte.- reconozco esa voz. Es Samanta.- Pero ya veo que estás ocupado, así que me retiro.
Escucho como se cierra la puerta y Nathaniel vuelve a posar sus ojos sobre mi.Al parecer Samanta, ¿No me reconoció?
Quizás.
-¿Qué decías, sirenita?- suspira.
-Bueno, que las inversiones que han hecho los italianos no cuadran.- tengo el valor de mirarlo a la cara.- Les faltan números que no están en las gráficas.
Nathaniel me recorre con la mirada.
-¿Y has hecho esos análisis en estos dos días?- pregunta.
-No, como crees. Lo hice antes de trabajar aquí en la empresa.- Digo con ironía y este se ríe.
-Ya lo sabía.- espeta y frunzo las cejas.
-¿Disculpa?
-Ya lo sabía, pero lo que no sabía era que fueran los italianos.- se vuelve a inclinar hacia adelante y susurra.- Dime sirenita, ¿Cómo lo descubriste?
- Es fácil, todos los números faltantes apuntaban hacia ellos. No es difícil averiguar las otras compañías y descartarlas.- suspiro.
¿Ya me podré ir de la oficina?
-Aprendes rápido sirenita.
-Aprendo del peor.- sonríe.- Si me disculpas.
Hago el movimiento de levantarme y este me interrumpe.
-Vayamos a almorzar.- lo dice tan rápido que me parece poco creíble.
-¿Qué?- frunzo las cejas.
-Vayamos a almorzar.- lo vuelve a repetir y casi me desmayo.
-¿Tienes fiebre?, tu, Nathaniel Parret, ¿Invitándome a almorzar?- este suelta una carcajadas y me desconcentro más.-¿De que te ríes?
Me vuelve a mirar.
-De como mueves las cejas.- se vuelve a reír.
-¿Mis cejas?, no seas idiota.- espeto pasándome los dedos por las cejas.
Este idiota que se cree para hacerle gracia mis cejas.
-Ay….- se calma y posa sus ojos (otra vez) sobre mi.- ¿Vamos a almorzar o me vas a rechazar?
-Prefiero comer mierda a que ir a comer contigo.- se levanta de la silla rodeando el escritorio y se posa frente mío.
Coloca sus manos en el reposabrazos y se me va el aire.
-¿En serio no tienes hambre?- ladea la cabeza.
“si, de ti”
¡Elodie!, ¿Qué son esos pensamientos?
-Si te digo que si voy a ir contigo, ¿Vas a dejar de joderme?- se acerca más a mi y respiro hondo.
-Tal vez…-me recorre la cara con su mirada y no puedo más.
Me levanto chocando con su cuerpo y empujándolo.
Frunce las cejas y me mira mal.
-Vamos.- le sonrió y voltea los ojos.
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Lágrimas de sirena.
Fiksi RemajaElodie Walter no sabe como manejar una empresa, más bien, ¡no sabe ni que se hace en una empresa! Nathaniel Parret es un experto en números y en firmar contratos. Por eso lleva trabajando más de una década en la empresa de Alexander Walter. Alexan...