Capítulo 14

44 4 0
                                    


Caminaban inversos en sus propios pensamientos, pensando en qué es lo que pasaba. Como de un momento a otro, ambos comenzaban a sentir cosas más profundas el uno por el otro. Natalie daba vueltas en su cabeza a todo lo ocurrido, se habían besado dos veces y aún no había hablado del tema, porque ¿era necesario hacerlo? ¿Por qué no dejar las cosas como estaban, disfrutar de todo y ya? Pero Natt no podía, no quería aferrarse a lo que Moon la hacía sentir sin estar totalmente segura de lo que él esperaba de todo aquello.

Desear algo que no tendría, estaba segura que sería un golpe que su ya maltrecho corazón no podría soportar.

Todo el día Natalie había estado envuelta dentro de una imaginaria capa de paz, mientras Moon la hacía olvidar todo los problemas que debía enfrentar, pero el sol bajaba por el horizonte y ambos debían volver a sus casas antes del anochecer. Jongup se ofreció para acompañarla a su casa y ella aceptó contenta. Llegaron a la entrada de Housten, Moon se despidió listo para emprender camino a su hogar, pero antes Natt lo llamó.

— ¿Jongup?

— ¿Si?—Respondió volteándose hacía ella.

—Mmmh...—Musitó nerviosa. — ¿No te gustaría quedarte a cenar? Ya sabes, para agradecerte lo de hoy.

Jongup se encontró totalmente sorprendido por aquello. Estaba sorprendido por todo lo que pasaba entre ellos. Como de un momento a otro se hizo totalmente normal para él verla y desear besarla, como trataría de hacer hasta lo imposible por verla sonreír. Todo era extraño, necesitaba pensar un poco en las cosas. Estar un momento lejos de ella para ver todo con claridad. Pero ¿cómo iba a alejarse cuando ella lo miraba con ese brillo de súplica en sus ojos? No podía. Sonriéndole respondió: —Claro, solo necesito llamar a mi casa para que Sara se quede un rato más con mi hermano.

—Claro, puedes llamar desde mi teléfono—propuso contenta.

—Está bien—aceptó para luego ingresar con ella al barrio privado.

Pasaron por la garita del guardia, y caminaron unas dos cuadras hasta llegar a la casa de Natt. Si es que aquel castillo podía ser considerado casa.

Caminaron hacía la entrada y cuando Natalie hubo abierto la puerta e ingresado, Moon no pudo más que quedarse boquiabierto por lo que sus ojos veían. Aquello era totalmente una mansión, tan solo la sala que tenía enfrente era tan grande como toda su pequeña casa. A su derecha había un pasillo que dirigía hacia las escaleras de madera que llevaban al segundo piso. A su izquierda lo que él pensó sería la cocina, dado el exquisito aroma que de allí provenía. Luego en frente se encontraba la extensión de una enorme sala de estar con una chimenea y un gran televisor coronando la misma. Un suspiro de asombro escapo de los labios de Jongup.

—Vaya... Tu casa es enorme, Natt.

—Lo es—afirmo con un deje de tristeza en su voz. Jongup frunció el ceño y Natalie sonrió. — ¿Quién necesita una casa tan hermosa y espaciosa si siempre va a estar vacía? Solo me hace recordar lo sola que estoy todo el tiempo.

—Lo siento...

—No es nada. Ven te presentare a Dana— Lo tomó de la mano y caminaron hacía donde Jongup había supuesto estaría la cocina. Al entrar vieron como una mujer de unos cincuenta años cocinaba alguna exquisitez. — ¡Dana!—gritó Natalie soltándose del agarre de Moon y acercándose a la mujer. Dana, se volteó ante el llamado y recibió a Natalie con los brazos extendidos, una sonrisa se dibujó en sus labios; de ese tipo de sonrisas que te dan las madres cuando están totalmente contentas de verte.

— ¿Cómo estas hermosa?—preguntó mientras tomaba el rostro de Natalie en su manos mirando cualquier indicio de dolor. Sabía lo que había pasado la noche anterior entre Natt y sus padres, y la mujer había estado tan angustiada y molesta por lo sucedido que no pudo más que preocuparse por lo que Natalie haría en tal estado.

Alive for DanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora