Desobedeciendo a su hermano mayor Nolan, Eli sale de su escondite para ir por sus padres. No se siente seguro allí, está demasiado asustado, no entiende qué está pasando. ¿Por qué de repente han tenido que correr a esconderse? No parecía un juego.
—¡Eli! —Nolan corre detrás de él para intentar detenerlo, siendo seguido por un Alex que no quiere quedarse sólo.
La mansión está a oscuras, los pasillos de su hogar se sienten aterradores. Habían estado afuera, alrededor de la fogata que papi había hecho para pasar la noche. Entonces algo ocurrió, su padre se puso alerta, dándole una profunda mirada al bosque. Luego dijo: «Stiles, los niños» de una manera inquietante. Mami corrió a cargarlo a él (Eli) y a Alex, tomando a Nolan de la mano para correr dentro de la casa. Entonces los escondió en el armario de la habitación, pidiéndoles que no salieran hasta que regresara ¡Pero había tardado mucho! Además de que comenzaron a escucharse algunos ruidos fuertes que le asustaron.
Llegando a la sala principal, Nolan finalmente logra alcanzar a Eli, tomándolo del brazo para detenerlo. —¿Qué crees que haces? —susurra asustado. Su corazón va tan rápido que es agobiante. No sabe qué ocurre, pero esta seguro de que es algo grave. Tiene mucho miedo, pero es el hermano mayor, se supone que debe mantener la calma y cuidar a los más pequeños.
—¿Dónde están mamá y papá? —Alex, detrás de Nolan, aferrado a su camisa, pregunta mientras da una mirada a su alrededor. Nunca se había sentido tan asustado en la sala de su casa. Incluso se veía más grande.
—Deben de-
La respuesta de Nolan es interrumpida por el estruendoso ruido de armas disparándose, haciendo que los niños salten en su lugar, asustados.
—¡Nolan! —Alex y Eli se abrazan a su hermano, quien los aprieta con la misma fuerza. Sólo habían escuchado ese sonido en películas. Y nunca les había hecho saltar tan fuerte el corazón como en ese momento.
—Está bien, está bien. —dice, pero tiene un nudo en la garganta y sus ojos llenos de lágrimas. No sabe qué está pasando ni dónde están sus padres, está aterrado con la situación. Sabe que deben esconderse otra vez, pero no puede moverse del miedo.
Otros disparos, por suerte más lejos, asustan nuevamente a los niños. Sin embargo, estos ayudan a que se mueva. Toma la mano de Alex y Eli, diciéndoles que deben esconderse hasta que todo acabe. Ambos niños de cinco y ocho años aceptan, pero en el momento en que se giran para dirigirse a las escaleras y subir, la puerta es derrumbada con un fuerte golpe que los hace gritar del asombro.
La madera se incrusta en la espalda del hombre lobo que Derek lanzó contra la puerta en un intento de quitárselo de encima.
Entrando a la casa en una pose aterradoramente intimidante de garras afiladas llenas de sangre y mirada oscura, Hale ruge ante el ahora hombre inconsciente que está en el piso, mostrando sus afilados colmillos.
Es sólo cuando escucha unos sollozos, que vuelve en sí. Estaba furioso por la estupidez que había intentado hacer aquella pequeña manada de hombres lobo novatos. Nadie podía llegar a Beacon Hills para causar problemas sin tener que enfrentarse primero a él. Habían sido ingenuos de su parte pensar que podían tener aunque sea una posibilidad para vencerlo.
—¿Niños? —Derek gira la mirada a un lado, encontrando tres cuerpecitos que tiemblan mientras le ven. —Niños —intenta acercarse, pero de inmediato los tres comienza a llorar con más fuerza, alejándose llenos de miedo.
El corazón de Derek se aprieta dolorosamente por el rechazo.
—¡Niños! —Stiles entra por la puerta, tropezando con la respiración acelerada mientras ve el cuerpo en el piso y pasa al lado de Derek directo a sus bebés.
Stilinski se arrodilla en el piso, abrazando a los tres niños que rápidamente se aferran a él mientras siguen llorando de manera desconsolada. Los intenta calmar, pero parece que han visto algo que los aterro mucho.
[...]
—¿Se durmieron? —terminando de limpiar el desastre que hizo en la entrada, Derek ve a Stiles bajar las escaleras luego de pasar horas intentando calmar a los niños para que pudieran dormir.
Con un asentimiento de cabeza, Stiles responde, llevando una mano a su adolorido cuello. Maldición, había sido una noche bastante inesperada. Esos tres hombres lobo habían aparecido de la nada, fue una suerte que no hubieran más. Se encargaron rápidamente de ellos.
—Eso es bueno, espero que no tengan pesadillas conmigo. —acercándose a Stiles, Derek le abraza antes de que termine de descender los escalones, apoyando la cara en el pecho de su esposo.
—Derek... —el castaño lleva una mano al cabello del hombre lobo —No fue tu intención. —dice con todo el cuidado del mundo. —Dales tiempo.
Era la primera vez que los chicos veían a Derek en tal estado, por lo que era razonable que hubieran tenido miedo al verlo. Y Derek se culpaba de eso, odiandose por haber asustado a sus hijos, sintiendo un peso enorme en su pecho cuando le vieron como si no le reconocieran. Intentó acercarse luego de lo sucedido, pero los niños se negaron a verlo.
—Vamos, no pongas esa cara. —Stiles alza el rostro del hombre lobo, dándole una pequeña sonrisa para que se anime. —Para mañana se les habrá olvidado.
[...]
Toma más de dos semanas enteras para que los niños vuelva a acercarse a Derek sin llorar.
El hombre lobo sintió que iba a morir por el rechazo de sus cachorros. Por la mañana del día siguiente los niños ni siquiera quisieron verlo aunque Stiles les volvió a explicar lo que había pasado, lo que habían visto. Derek no quiso precionarlos, adelantándose al trabajo. Era frustrante.
Al final de la segunda semana, Derek estaba tan triste que era doloroso de ver. Por suerte, sus hijos también notaron eso.
Alex fue el primer en ceder, buscando al hombre lobo que se encontraba en su oficina.
Alexander abrio la puerta luego de dar unos toquesitos de aviso, sorprendiendo a Derek, quien creía que se trataba de Stiles.
Su segundo cachorro no dice nada de inmediato, dudando unos segundos antes de ir hasta su lado.
Tomando la mano de su padre, Alex le hace levantarse. —Es hora de la cena. —dice, guiando el camino hasta el comedor, donde le suelta sólo cuando se ha sentado. Eli está a su izquierda, dándole una gran mirada, cosa que había estado evitando los últimos días.
—Es cierto. —su cachorro más pequeño dice. —Sigues siendo papá. —luego sonríe, llevando una mano sobre la muñeca de Derek, quien la tenía apoyada sobre la mesa.
El hombre lobo debe alzar su mano libre para cubrir su rostro. Siente que puede llorar sólo de felicidad por la reconciliación con sus cachorros.
—Papá no exageres. —Nolan, quien ayuda a Stiles a servir la comida, le dice directamente. —Y discúlpanos por actuar raro estos días.
—No se preocupen, chicos.
Acercándose a la mesa, Stiles se sienta a la derecha de Derek, dándole una sonrisa.