Derek ama a sus cachorros con locura, daría la vida por ellos sin dudarlo. Son su mundo al igual que Stiles. Sin embargo, a veces... realmente quiere que se pierdan un rato en cualquier otro lado de la mansión. Algo que no te dicen cuando vas a ser padre, es que los pequeños diablillos parecen tener un sensor o alarma que les avisa cuando sus padres están a punto de tener un momento íntimo entre ellos.
...
Entrando a la habitación, Stiles estira su cuerpo y suspira antes de dejarse caer de cara contra el colchón de su cama. Derek, que estaba resolviendo unas últimas cosas del trabajo, alza la mirada de la laptop sobre sus piernas. Le da una mirada al otro hombre caído en la cama, quien gruñe antes de regresarle la mirada. —¿Cansado? —el hombre lobo cierra la laptop para colocarla sobre la mesa de noche, regresando la mirada al humano a su lado, dedicándole una sonrisa sencilla. Entonces Stiles se levanta sólo para gatear hasta él.
—Es agotador ser el favorito —Stiles se mueve hasta sentarse en el regazo de Derek, desplomandose contra su pecho. Su cabeza cae sobre el hombro de su esposo, quien de inmediato lleva sus manos a la cadera del castaño.
Derek no dice nada, sólo se dedica a abrazar a Stiles, girando la cabeza a un lado para poder rozar la nariz contra el cuello del humano. El calor corporal de Stiles es agradable, su olor siempre es reconfortante, haciéndolo sentir en calma. Cuando conoció a Stiles su olor a medicina era lo único que podía captar, haciendo que siempre hiciera malas caras a su alrededor. Hacia que le pícara la nariz con toda esa ansiedad mezclada con hormonas adolescentes.
Sin embargo, cuanto más pasaba tiempo con el irritante adolescente que se metía en cada problema existente, descubría nuevos olores; aromas más profundos que la básica capa principal de jabón y desodorante o sudor. Luego de eso y la medicina, pudo percibir esa esencia natural que le pertenece a cada persona; aquella que es única, que los identifica.
Cuando finalmente decidió dejar de ser tan terco y se permitió aceptar sus sentimientos por Stiles luego de descubrir que, sin darse, se había vuelto su ancla, Derek descubrió que Stiles podía oler a primavera; al bosque por la tarde, a calidez, a seguridad y hogar. Su aroma le transmitía todo aquello, recordándole a su familia antes del incendio, a los días felices.
Stiles comenzaba a quedarse dormido contra el pecho de Derek, envuelto en sus fuertes brazos, cuando sintió unas cosquillas en su cuello. —Me haces cosquillas. —intenta apartarse, pero el hombre lobo se queja y lo abraza con más fuerza para que no se mueva.
—Hueles bien. —Hale murmura antes de dejar un suave beso en la piel de su esposo, quien se estremece en sus brazos, causando una sonrisa traviesa en los labios del azabache.
—Parece que has perdido tus sentidos de hombre lobo. —Stiles, ahora completamente despierto, se endereza en el regazo de Derek, llevando las manos a sus hombros. —He estado todo el día corriendo detrás de los niños, ni siquiera me he bañado. —el humano se queja con un gesto cansado. —Y Alex ha estado babeando todo el día encima de mi. —la expresión de asco hace reír a Derek, quien luego le dedica una mirada llena de cariño.
—No me refiero a esos olores. —Derek dice. —Aunque también opino que necesitas un baño. —la broma hace que Stiles le golpee, haciendo que ría aún más. Siempre se siente tan feliz a su lado, tan lleno de energía, de amor.
Entonces el hombre lobo se sienta derecho en la cama, atrapando a Stiles nuevamente en sus brazos, pero esta vez tirándolo a un lado de la cama para quedar sobre él. Con una mano sostiene las muñecas de Stiles sobre su cabeza, inmovilizandolo; aunque ambos saben que no irá a ningún lugar.
El corazón de Stiles se acelera, emocionado con la imagen que Derek le está dando, sentado sobre él mientras le sostiene y ve como si fuera una presa a punto de ser devorada. Desde el nacimiento de Alex, no habían tenido un momento así en meses. Antes de que sus hijos llegaran a sus vidas, la cantidad de tiempo que podían pasar sin tocarse se limitaba a un día o dos. Sin embargo, las cosas cambiaban con el tiempo. Por supuesto que Derek tenía esa resistencia de hombre lobo de su lado, pero Stiles era sólo un humano. Tenía límites y cuidar de sus hijos era tan agotador como todos decían. Aunque Derek le ayudaba, terminaba cansado hasta casi la muerte cuando el trabajo también se le acumulaba.
Por supuesto que eso le hacía sentir culpable, siendo siempre el primero en caer dormido. Sin embargo, a veces no era del todo su culpa que no pudieran tener esos momentos entre ellos...
—Derek. —Stiles llama la atención del hombre lobo. —¿Te vas a quedar sólo viéndome, o harás algo más?
Con una sonrisa de lado, Hale no piensa responder con palabras. Encorvandose sobre Stiles, vuelve a oler su cuello antes de comenzar a besarlo y lamerlo, dejando pequeñas marcas que siempre le emociona volver a ver por la mañana. Es algo de lobos. Le gustaba marcar a Stiles con su olor, con su esencia, con marcas que le demostraban a todos que no podían acercarse con ninguna intención de robarle a su humano. Esa parte más animal que humana disfrutaba de saber que Stiles era suyo, que le pertenecía, que había llevado sus cachorros y que le deseaba.
Stiles no puede sentirlo, por supuesto, no tiene un olfato subdesarrollado de sabueso detective. Pero la habitación lentamente se llena del olor del deseo, de la emoción, de la excitación que comienza a sentir. Todo eso estimula a Derek, quien se anima cada vez más. Envuelto en sus sentidos, el hombre lobo utiliza su mano libre para rasgar la camisa de Stiles, dirigiendo los labios a su pecho, descendiendo del cuello.
—Me debes una camisa nueva. —el humano consigue quejarse a través de la burbujeante sensación que los besos de Derek le provoca.
—Era mía. —Hale dice sin despegarse demasiado del pecho de Stiles, encontrando rápidamente algo para morder.
La habitación comienza a llenarse de gemidos, el piso de la ropa de ambos hombres, ambos completamente inmersos en el otro. Al menos hasta que el llanto de un bebé los sorprende, haciendo que se congelen en el acto.
—Debe ser una broma. —Stiles dice con la respiración agitada.
—¡Papi! —luego se escucha a Nolan llamar.
Gruñendo con frustración, Derek se deja caer por completo sobre Stiles.
—Vamos, grandote. —el humano palmea el brazo del hombre lobo para que se mueva. —Alex no parará de llorar hasta que lo cargue y puede que Nolan venga.
Derek sólo puede gruñir con más frustración, completamente desanimado cuando se mueve para sentarse en el borde de la cama. Tomando una gran respiración que lo calma, se levanta de la cama para tomar su pantalón —Yo iré con Nolan. —dice antes de salir de la habitación.
Stiles se queda un poco más en la cama hasta que el calor de su cuerpo se desvanece, burlándose del ceño fruncido que Derek llevaba en la cara. Luego, se levanta para ir por Alex. Amaba a sus hijos pero ¿Podían ser más inoportunos?