El frío metal de la silla se clavaba en la piel de Rose, sus muñecas ardiendo en carne viva por el roce constante de esposas que no había logrado quitarse. La habitación, apenas iluminada por una luz parpadeante, olía fuertemente a humedad, un recinto que parecía haber acumulado semanas de óxido, moho y encierro.
Slade estaba sentado al otro lado de la habitación, en completa oscuridad, reclinándose en su silla constantemente y sacándole un chillido al agonizante mueble sin aceitar. Un ojo visible brillando detrás de su máscara, era lo único que Rose vio por lo que parecieron horas. Su padre ya no lucía como el metódico mercenario que se supone que era, el pulido asesino de sangre fría, y es que había peligro, sí, pero uno mucho más... austero, algo que no podía precisar y la hacía querer retroceder...
—¿Qué fue lo que te pasó? —Rose lo buscó entre las sombras, la boca todavía le sabía a sangre por su pelea con él. No se había contenido, no había dudado en ningún movimiento y en el único en el que ella lo hizo, pudo ver su cara, su mirada, llena de desprecio y lástima, como si... como si ella no fuera más que un perro moribundo al que debía de darle "paz".
Dick lo había sugerido, ella se había tocado el cuello como reflejo, secundando la posibilidad de que así fuera; algo estaba mal en la cabeza de Slade Wilson, no podía simplemente ser tan descuidado, tan errático, no de esa forma tan... siniestra, y si ese comportamiento no era algo que hubiera decidido, entonces... entonces debía ser la araña. De alguna manera habían logrado meterla en el cerebro de su padre y trastornarlo, llevarlo al borde como a ellos. Pero no podían confirmarlo, porque para hacerlo necesitaban a Sangre y algo le había pasado en prisión... el muy bastardo había recibido una visita inesperada, y luego, nada, era como si el hombre fuera incapaz de hablar más que de sí mismo y su "grandioso" plan saliendo a la perfección, aun cuando seguía tras una camisa de fuerza como un demente.
Todos esos pensamientos giraban en su mente mientras veía los bisturís y medicamentos desperdigados en una mesa de fondo, reforzando su teoría. Él estaba intentando curarse, salvarse, como todos los jóvenes secuestrados para la "venta" y experimentos de Sangre, tenía que ser así, porque si no... —Podemos, puedo ayudarte—ofreció débilmente.
La araña había pasado demasiado tiempo en el sistema nervioso de su padre, en su cerebro, debía ser eso, pero, a pesar de su convicción, una duda alarmante comenzaba a tomar forma...
Y es que por un momento algo no cuadró, todos los que habían portado la araña experimentaban secuelas; una distorsión, la inseguridad creciente en las entrañas de que tu propio cuerpo te traicionaría en cualquier momento, la duda constante de no saber si realmente estabas actuando por voluntad propia o era la "sugerencia" de alguien más. A todos les pasaba, a todos, sin importar el tiempo que hubieran estado expuestos al dispositivo, pero su padre... ¿Cuánto tiempo estuvo controlado? ¿Meses? ¿Medio año quizá?
Rose se dio cuenta de algo crucial, algo que habían pasado por alto. Sí, habían calculado el tiempo en su teoría, pero... ¿Habían puesto la atención suficiente a las implicaciones? Porque, considerando el tiempo expuesto, ¿Su cerebro... no debería estar frito a esas alturas?
Una risa monocorde, una burla a sus palabras. Rose supo que algo andaba mal, macabramente mal, cuando observó un dispositivo en la mesa, uno de los primeros... el que se suponía estaba pudriendo el cerebro de su padre.
—Rose, tan crédula, tan ansiosa por ser buena y encajar con esos "Héroes", que no notas lo evidente, ¿Qué no te lo había dicho antes? La observación es primordial— reprendió quitándose la máscara por un instante, pasándose una mano por su cuello adolorido. Rose trató de ver, afilando su mirada, entonces la vio, la marca en su cuello.

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CRIMINAL
Fanfiction¿Él o yo? Una pregunta a la que Bruce no pudo contestar, pero que Dick Grayson sí. Basada en la película Batman Under the Red Hood.