17. Entre las sombras

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Hola! Sigue siendo domingo así que cumplí con mi calendario! al menos este día (me estoy aferrando con uñas)

Dejaré unas pequeñas notas al final, de momento muchas gracias por estar aquí y bienveni@s

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—¿Por fin el chico mantequilla esta despierto?—

La burla lo despertó. Estaba en la cama de un hospital, pero, no dentro un cuarto, todo a su alrededor era blanco, claro, pero, a la vez, no había nada que pudiera reconocer, solo luz, únicamente luz...

—¿Dónde estoy?—intentó preguntar, pero su cabeza palpito, se sentía mareado y le dolía el brazo.

—¡Nunca creí que lo fueras lo suficientemente maniático para comerte el brazo! Pero bueno, trabajabas para Batsy...—Dick reconoció tardíamente de quien provenía ese canturreo, levantándose en pánico hacia delante buscando al psicótico payaso que juzgó muerto, pero no había nadie allí.

—No tienes que escucharlo, solo a mí, hiciste lo necesario para ganar, lo que yo hubiera hecho, lo que yo te enseñe...—un susurro en su oído, suave y a la vez profundamente invasivo.

—Yo no hice eso—su lengua se sentía pesada, lenta.

—Oh, claro que sí, ¿Y sabes que más hiciste?—la pregunta calo en todos sus huesos junto con un escalofrío, la sensación viva de la lengua de Slade dentro su boca regresaba a su memoria, empujando la imagen del hombre hasta que se esfumó.

—¿Es por eso que siempre me rechazabas? ¿Estabas más cómodo estando con él?—la pregunta dolida hizo que fijara sus ojos al otro lado.

—Jason—Dick murmuró, no podía ver la mitad de su rostro, pero si su boca, su mueca de desaprobación... de ... decepción —¡Espera yo no! —le llamó tratando de ponerse de pie.

*****

—¡Dick!—Tim lo despertó tratando de mover un poco su rostro. Dick trato de enderezarse cuando abrió los ojos de golpe, pero las manos ajenas lo detuvieron —con calma, ya estas a salvo—le dijo buscando tranquilizarlo.

Dick observo a su alrededor; blanco y azul cielo, Tim, un respirador y un par de sustancias colgando junto con un dolor que empezó a escalar en todo su cuerpo nada más al recuperar la conciencia.

—Duele—mustió lo mejor que pudo con el respirador que tenía puesto.

—Espera, déjame ayudarte con eso—Tim se apresuró a elevar la dosis lo más que le permitía la indicación de la enfermera.

Cuando lo encontraron, notaron la herida más obvia, la mordida en su brazo que los hizo estremecerse por la profundidad que tenía, sin embargo, cuando estuvo "fuera de peligro" y los especialistas empezaron a tratarlo, una herida tras otra aparecía, contusiones, traumatismos severos... dijeron que ni siquiera los heridos por accidentes automovilistas tenían ese nivel de daño. Por supuesto, un auto no tenía las habilidades ni la intención provocar algo así.

—¿Qué paso?—preguntó luego de varios minutos en los que los analgésicos y calmantes hacían efecto.

Después de la tensión, luego de días controlando su mente y respiración para aminorar los daños, por fin se relajaba y junto con esa acción las consecuencias arrasaban por completo sus defensas bajas.

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