Capítulo 1

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 El sol comenzaba a desvanecerse en el horizonte, tiñendo el cielo con tonalidades doradas y púrpuras mientras el reino de Aeloria se preparaba para la noche. Sin embargo, en el palacio real, el ambiente estaba lejos de la serenidad que prometía el atardecer. El aire estaba cargado de una tensión palpable, y la tristeza se reflejaba en los rostros de los presentes.

Kael, el joven príncipe, se encontraba en la cámara de su padre, el rey Eldric, observando el lecho de muerte de su progenitor con una mezcla de desesperación y resignación. La enfermedad había llegado sin aviso, trayendo consigo un dolor implacable que había desgastado al rey en cuestión de semanas. La habitación estaba en silencio, salvo por el débil susurro del viento que se colaba por la ventana abierta.

Eldric, con su cabello plateado y su rostro marcado por los años de sabiduría y lucha, miraba a su hijo con ojos cansados. A pesar de su debilidad, su mirada era firme y llena de una preocupación que Kael no podía ignorar.

 —Kael —dijo el rey con voz áspera—, debes escucharme. El futuro de Aeloria está en tus manos.

 Kael se inclinó cerca del lecho, intentando no dejar que su angustia se reflejara en su voz. —No, padre. Debes descansar. Lo que sea que necesites, lo haré.

 Eldric hizo un gesto débil con la mano, indicando que Kael debía acercarse aún más. —No es solo cuestión de gobernar. Hay algo más que debes saber. Algo que no te he contado antes. 

 Kael sintió un escalofrío recorrer su espalda. Su padre siempre había sido reservado respecto a los asuntos del reino, pero nunca había imaginado que hubiera secretos tan oscuros escondidos.

 —En los tiempos antiguos, los dragones eran los guardianes de nuestro mundo —comenzó Eldric, su voz temblando con esfuerzo—. Cada uno de ellos se alineaba con un elemento fundamental: fuego, agua, tierra, aire, luz y sombra. Ellos mantenían el equilibrio y la paz entre los reinos. Pero una traición los hizo desaparecer.

 Kael frunció el ceño, tratando de comprender. —Los dragones... ¿desaparecieron? Nunca lo había escuchado.

 —Sí, —confirmó Eldric—. Una traición dentro de nuestra propia familia hizo que los dragones se ocultaran, dejando al mundo vulnerable a las bestias que ahora acechan a nuestros reinos.  Alaric del linaje de nosotros fue el responsable. Destruyó el pacto que mantenía a los dragones con los reinos.

 Las palabras de Eldric eran un golpe devastador. Alaric, había sido una figura oscura en la historia del reino, pero Kael nunca había entendido el alcance de su traición.

 —¿Qué puedo hacer? —preguntó Kael, sintiendo la responsabilidad aplastante sobre sus hombros.

 Eldric tomó una respiración profunda y le extendió un pergamino antiguo. —Este pergamino contiene la profecía del Legado de los Dragones. Dice que un descendiente de los dragones, uno que herede su poder, puede despertar a los dragones y restaurar el equilibrio. Tú, Kael, eres ese descendiente. Debes encontrar a los dragones y unirlos para salvar nuestro mundo.

 El joven príncipe aceptó el pergamino con manos temblorosas. El peso de las palabras de su padre y el destino que ahora recaía sobre él eran casi demasiado para soportar. El rey Eldric sonrió débilmente, sus ojos llenos de orgullo y tristeza.

 —Prometí a tu madre que protegería este reino —dijo Eldric—. Ahora es tu turno de cumplir esa promesa.

 Con un último suspiro, el rey Eldric cerró los ojos y su respiración cesó. El corazón de Kael se hundió mientras el silencio se asentaba en la habitación. El rey había partido, dejando a Kael con la carga de un destino monumental.

NEXORIA -Guerra De Titanes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora