Capítulo 4

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El aire se volvía más denso y cada paso se sentía como si estuvieran avanzando en un mar de sombras. La luz de la gema que Kael llevaba iluminaba el camino con un brillo tenue, pero no podía disipar del todo la oscuridad que los rodeaba. Las Tierras Celestiales, donde el Dragón de la Luz residía, estaban más lejos de lo que habían imaginado, y el viaje se hacía cada vez más peligroso.

Elara lideraba al grupo con su espada en mano, sus sentidos agudizados ante cualquier señal de peligro. Galen caminaba justo detrás de Kael, su arco preparado y sus ojos moviéndose de un lado a otro, atentos a cualquier movimiento en la oscuridad. El grupo avanzaba en silencio, sabiendo que cualquier ruido podría atraer a las bestias que acechaban en la penumbra.

—Algo nos sigue —murmuró Galen, rompiendo el silencio con su voz baja.

Kael asintió, sintiendo el peso de la gema en su bolsillo. Desde que la habían conseguido, no había dejado de sentir la presencia de algo observándolos, algo que esperaba el momento perfecto para atacar.

—Lo sé —respondió Kael en un susurro—. Pero no podemos detenernos. Debemos llegar al Dragón de la Luz antes de que sea demasiado tarde.

Elara frunció el ceño, su desconfianza evidente. —Podríamos estar caminando directo hacia una trampa.

—No tenemos otra opción —dijo Kael, su voz firme—. Hemos llegado demasiado lejos para retroceder ahora.

De repente, un rugido resonó en la distancia, profundo y resonante, como el llamado de una bestia antigua que despertaba de un largo sueño. El sonido hizo que el grupo se detuviera en seco, sus ojos buscando en la oscuridad la fuente del rugido.

—Está cerca —dijo Elara, sus ojos estrechándose mientras trataba de localizar el origen del sonido.

Antes de que pudieran reaccionar, la tierra bajo sus pies comenzó a temblar. Un rugido aún más fuerte los envolvió, y del suelo emergieron enormes raíces negras que se enroscaban a su alrededor, tratando de inmovilizarlos. Eran raíces vivas, llenas de una energía oscura y maligna, que buscaban devorar todo a su paso.

—¡Cuidado! —gritó Galen mientras desenvainaba su espada y comenzaba a cortar las raíces que intentaban atraparlo.

Elara hizo lo mismo, su espada cortaba las raíces con furia, pero estas parecían interminables, creciendo más rápido de lo que podían cortarlas. Kael, por su parte, sacó la gema y la levantó, esperando que su luz pudiera detener el avance de las raíces.

La luz de la gema parpadeó, y por un momento, las raíces se detuvieron, retrocediendo ante su brillo. Pero la oscuridad era demasiado poderosa, y la gema comenzó a apagarse, su luz se desvanecía lentamente mientras las raíces se acercaban más y más.

—¡No podemos seguir así! —gritó Elara, su voz cargada de desesperación.

Kael, sin otra opción, cerró los ojos y se concentró en la gema, intentando canalizar toda su voluntad hacia ella. Sabía que debía haber una manera de liberar el verdadero poder del Dragón de la Luz, pero no sabía cómo.

Entonces, una voz suave pero firme resonó en su mente. Era la voz del Guardián de la Luz, la misma que los había guiado hasta este punto.

—Kael —dijo la voz—, el poder de la luz no reside en la gema, sino en tu corazón. Abre tu mente y acepta la luz en tu interior. Solo entonces podrás liberar su verdadero poder.

Kael respiró hondo y dejó que la voz lo guiara. Visualizó la luz dentro de él, un pequeño destello que había estado allí desde el principio, pero que ahora se expandía, creciendo con cada latido de su corazón. La gema comenzó a brillar de nuevo, pero esta vez, no fue solo la luz de la gema. Era la luz de Kael, la manifestación de su voluntad y su determinación.

NEXORIA -Guerra De Titanes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora