Capítulo 3

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La tormenta se cernía sobre las montañas cuando Kael, junto a su grupo de leales compañeros, se dirigía hacia el próximo destino: el Reino de Lythora, donde habitaba el Dragón del Agua. Las nubes oscuras rugían como bestias enojadas, lanzando rayos que iluminaban el camino hacia el hogar del antiguo guardián de las aguas.

—Debemos seguir adelante —dijo Kael, su mirada fija en el horizonte. La determinación en sus ojos reflejaba la importancia de su misión—. No podemos permitir que el tiempo nos detenga.

A su lado, Elara, la astuta y valiente capitana de la guardia real, apretó las riendas de su caballo. La lluvia empapaba su armadura, pero no su espíritu.

—El Dragón del Agua no es una criatura fácil de enfrentar, Kael. Los relatos hablan de su temperamento volátil y su naturaleza impredecible —dijo, lanzando una mirada a su príncipe.

Kael asintió. —Lo sé, Elara. Pero necesitamos la gema que protege. Sin ella, nuestro viaje sería en vano. Hemos obtenido el poder del Dragón de Fuego y del Dragón de Tierra, pero aún nos falta mucho.

Galen, siempre observador, habló desde atrás. —Las aguas de Lythora son peligrosas. Las corrientes y los remolinos pueden tragarnos si no somos cautelosos. Este será un desafío diferente a los que hemos enfrentado antes.

La compañía cabalgó durante horas bajo la tormenta, hasta que finalmente llegaron a las orillas del inmenso Lago Espectral. El lago, que parecía un vasto espejo oscuro bajo el cielo tormentoso, era conocido por su profundidad insondable y las criaturas que habitaban en sus aguas. Allí, en el fondo de ese lago, descansaba el Dragón del Agua, Aqualor, el guardián de los océanos y las lluvias.

Elara desmontó su caballo y se acercó a la orilla.

—Aquí es donde comienza la verdadera prueba. Aqualor no es como Seraphyr; no podemos simplemente presentarnos y esperar su ayuda. Debemos demostrarle que somos dignos.

Kael se acercó al borde del agua, las gotas de lluvia fusionándose con el lago en un sinfín de ondas. Con una mano levantada, recitó las palabras que había aprendido de las antiguas runas. La lengua dracónica resonó en el aire, una melodía extraña y ancestral que vibraba en sus corazones.

El lago comenzó a agitarse, y un remolino emergió en su centro, creciendo hasta que el agua estalló hacia el cielo. De entre las aguas surgió Aqualor, su forma masiva y serpenteante brillando con un azul iridiscente, como si estuviera hecho de la misma esencia del agua. Sus ojos, profundos como el océano, se fijaron en Kael.

—¿Quiénes son los que se atreven a invocar al Guardián del Agua? —su voz era como el sonido de mil olas rompiendo al unísono, imponente y poderosa.

Kael dio un paso adelante, inclinándose con respeto. —Soy Kael, príncipe de Aeloria. Hemos venido en busca de tu ayuda. Los reinos están en peligro, y sin tu poder, no podremos evitar la destrucción que se avecina.

Aqualor se alzó aún más, extendiendo sus inmensas aletas. —Los humanos... siempre buscando el poder que no comprenden. El agua es vida, y también muerte. No es algo que se otorgue a la ligera. ¿Por qué debería confiar en ti?

Kael se preparó para responder, pero Elara lo adelantó, su voz firme y clara. —Porque luchamos no solo por nuestro reino, sino por todos los seres vivos. Hemos enfrentado ya grandes peligros, y no tememos al sacrificio. Si debes probar nuestra valía, estamos preparados.

Aqualor los miró, evaluando sus palabras. —El sacrificio es la esencia de la vida. El agua fluye, cambia y se adapta, pero también arrastra y destruye. Si deseáis mi poder, debéis demostrar que sois capaces de manejarlo sin sucumbir a su inmensidad.

NEXORIA -Guerra De Titanes-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora