El aire vibraba con una tensión casi tangible mientras las tropas de Nexoria observaban la llegada de los titanes, monstruos y bestias desde el horizonte. A medida que las criaturas colosales se acercaban, el suelo temblaba bajo sus pies, y el cielo se oscurecía, cubierto por las nubes de guerra que parecían descender sobre ellos. Los dragones rugían desde las alturas, impacientes por desatar su furia, mientras los guerreros, con espadas en mano, mantenían la línea, sus corazones latiendo al ritmo frenético de la batalla que se avecinaba.
La Capitana Elara, montada sobre un dragón, observaba el avance del enemigo con una mirada decidida. Sabía que cada segundo contaba, y que un solo error podría costarles la victoria, e incluso sus vidas. Con un gesto firme, levantó su espada hacia el cielo y dio la orden que todos esperaban.
—¡Catapultas, listas! —gritó, su voz clara resonando por todo el campo—. ¡Apunten y disparen!
El sonido de las catapultas lanzando sus proyectiles resonó como un trueno, y enormes bolas de fuego, hierro y roca volaron por el aire, dirigiéndose hacia las filas de las bestias. Las primeras explosiones fueron devastadoras. Las bolas de fuego estallaron al impactar, enviando llamas en todas direcciones, envolviendo a los titanes y monstruos en un mar de fuego. Las rocas gigantes destrozaron todo a su paso, aplastando a las bestias bajo su peso abrumador.
El estruendo de la batalla era ensordecedor, y los gritos de dolor de las criaturas se mezclaban con el rugido de los dragones. Sin perder tiempo, las catapultas fueron recargadas rápidamente, y una nueva lluvia de destrucción fue lanzada sobre el enemigo. Esta vez, los proyectiles cayeron en medio de las criaturas, causando estragos aún mayores. Elara observaba con satisfacción cómo los titanes eran derribados uno por uno, sus cuerpos masivos cayendo al suelo con un impacto que sacudía la tierra.
Sin embargo, la satisfacción fue efímera. De repente, una sombra oscura cubrió el campo de batalla, y una roca colosal, mucho más grande que cualquier cosa que habían visto, cayó del cielo. La roca se estrelló contra las filas de los soldados, llevándose a decenas en un instante, aplastando cuerpos y destruyendo todo a su paso. El impacto fue tan brutal que el tiempo pareció detenerse, y durante un breve momento, todo pareció moverse en cámara lenta.
Elara sintió el horror apoderarse de ella mientras veía a sus soldados ser arrasados por la roca gigante. Pero no había tiempo para lamentaciones. El enemigo estaba demasiado cerca, y la batalla aún no había terminado.
—¡Dragones, al ataque! —gritó, su voz llena de urgencia—. ¡Desaten su fuego sobre ellos!
Los dragones, furiosos por la pérdida de sus compañeros, se lanzaron en picada hacia los titanes y monstruos, sus bocas abiertas, desatando torrentes de fuego sobre las criaturas. El calor era abrumador, y el fuego envolvió a los enemigos, consumiéndolos en una vorágine de llamas. Pero los titanes eran implacables. A pesar de las llamas, avanzaban, levantando sus enormes armas y derribando a los dragones con golpes brutales.
Elara vio con horror cómo uno de los titanes lograba derribar a un dragón al suelo, aplastándolo con su pie masivo. Otro titán arrancó a un dragón del cielo y lo partió en dos con sus manos, lanzando los restos al suelo como si fueran meros juguetes. Elara sintió un nudo en el estómago, pero sabía que no podía darse el lujo de detenerse. La batalla era una carrera contra el tiempo, y cada segundo contaba.
—¡Guerreros de Nexoria! —gritó Elara—. ¡Avancen y destruyan a las bestias!
Los guerreros, llenos de valor y determinación, avanzaron al combate. Con un grito de guerra, cargaron contra las bestias que habían logrado atravesar las primeras líneas de defensa. Las espadas chocaron contra la carne dura de los monstruos, y los arqueros dispararon sus flechas con precisión mortal. Pero el enemigo era imponente, y por cada criatura que caía, dos más tomaban su lugar.
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NEXORIA -Guerra De Titanes-
FantasiaEn un mundo antiguo, los dragones eran los guardianes y protectores de los reinos, cada uno alineado con un elemento de la naturaleza: fuego, agua, tierra, luz y sombra. Estos poderosos seres vivían en armonía con los humanos, gobernando junto a ell...