Las gotas de lluvia pegaban en la ventana gracias a la brisa que hacía afuera, eran a penas las seis con cuarenta y tres minutos de la mañana, en dos horas con diecisiete minutos su hora laboral comenzaría. Se sentía demasiado cansado para levantarse, le pesaban los ojos y esos ruidos en la ventana hicieron que su sueño se abrumara. Gruñó bajo las cobijas y se dio la vuelta, trató de continuar durmiendo, pero un chillido que venía de fuera se lo impidió, se destapó para asomar el rostro, con su cara adormilada aún, se dejó caer en la almohada y se talló los ojos, los chillidos seguían con mas frecuencia. Se dispuso a levantarse contra su voluntad para saber de dónde provenían, no le fue difícil descubrirlo, hizo a un lado la persiana de su ventana y ahí estaba la causa de ese ruido molesto.
—Oh, ¿qué haces ahí?
Del otro lado del cristal se encontraba un gato blanco pequeño, de unos dos o quizá tres meses de edad aproximadamente, en el marco de la ventana, maullando por el frío que estaba sintiendo y por lo mojado que estaba. Abrió la ventana y estiró la mano para alcanzarlo, ya que lo atrapó lo atrajo hacia él.
—No pedí una alarma tan temprano, ¿sabes?
Sonrió notando al gato tan indefenso. Al cerrar la ventana se encaminó a su armario para tomar una toalla y comenzar a secarlo. El pequeño felino comenzaba a tomar calor, por las manos del otro junto con la toalla, se acurrucó y cerró los ojos. Al poseedor del calor le dio demasiada ternura, sentándose al borde de la cama se dedicó a secarlo por completo.
No había tocado a un gato desde que tenía siete años, el que su abuelo le había regalado por su cumpleaños le duró muy poco. Un día por la tarde que llegó de la escuela, se dispuso a buscarlo para jugar con él; como todos los días, lo buscó en cada rincón de la casa pero no había nada. Comenzó a preocuparse y estaba a nada de soltarse en llanto. Fue a buscar a su madre que estaba en su estudio, entró corriendo con su cara llena de lágrimas, sollozando mientras ella preocupada sin saber el porqué su pequeño estaba llorando y el porqué tenía su pequeña y delicada cara roja.
—Mi amor, ¿qué pasa? —Acariciaba su cabello mientras el otro se acurrucaba en el pecho, se calmó un poco y al fin pudo decir palabra.
—Sassy —Vio a su madre con los ojos llenos de lágrimas—, no lo encuentro, no está.
—Tranquilo, cariño —Se levantó y tomó de la mano al menor—. Vamos a buscarlo.
Ambos se dedicaron a buscar al pequeño felino, recorriendo cada lugar al que había ido el menor anteriormente, seguía sin aparecer y volvió a entrar en llanto. Salieron al jardín, pero tampoco había rastro. Su madre salió al patio de enfrente, comenzó a buscarlo con la mirada, por un momento se quedó perpleja, aquel ser que tanto había ocupado de su tiempo para hallarlo, se encontraba a mitad de carretera sin vida. Se tapó la boca con una mano y sintió que su corazón se había estrellado de repente, no podía permitir que su pequeño viera a la mascota que tanto amaba. Entró rápido a la casa, el niño ya había parado de llorar, pero su tristeza aun no se había ido por completo, se reflejaba claramente en sus ojos. Se acercó a él para acariciarle la mejilla.
—Probablemente se fue de casa cariño, solo esperemos que se encuentre bien y llegue a un lugar donde también lo amen como tú lo hiciste —Sonrió para evitar que salieran sus propias lágrimas.
El menor no le quedó otra más que asentir y abrazarse a su madre. Ella por su lado se sentía con culpa por haberle engañado, pero prefería hacerlo en lugar de ver a su pequeño hijo desatarse en llanto y se le rompiera su frágil corazón.
Al terminar de asear al felino, buscó una caja de zapatos para meterlo ahí y durmiera al igual que él. En su armario buscó una prenda cálida para que se acurrucara ahí y así pudiera generar calor. Puso la caja con la prenda dentro debajo de la ventana, a lado de la calefacción para ayudarle un poco, lo acostó dentro de esta, al verlo con esos ojos tan redondos e iluminados, no pudo evitar sonreírle.
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Losing You [Chestappen]
FanfictionSergio lleva una vida rutinaria y aburrida desde hace tiempo. Ninguna persona había despertado en él un interés amoroso, hasta que aquel rubio de ojos azules lo encontró. Max a pesar de siempre tener una sonrisa en su rostro y siendo positivo la ma...