El trabajo para Sergio en la clínica se había puesto un poco pesado, se sentía estresado y frustrado.
Un día normal por la mañana, a su padre se le hizo extraño que no estuviera en la sala esperándolo como era rutina. Al terminar de desayunar subió a la habitación de este y cuando quiso entrar, de adentro se escuchaban golpes en la pared, que arrojaban cosas al suelo, un caos. Se asustó y tocó a la puerta exigiendo que abriera, Sergio siempre ponía seguro. Al no recibir respuesta le pidió a la gente de servicio traer las llaves de repuesto. Rápido insertó la llave y entró, viendo la habitación de su hijo desarreglada, tal como si hubiera sucedido una guerra ahí. Comenzó a buscar a Sergio, lo encontró dentro del armario, sentado en el suelo abrazando sus rodillas pegadas al pecho y ocultando su rostro. Tal como había pasado hace unos años.
—Hijo, ¿qué que ocurre? —cuestionó preocupado.
—¡Lárgate! —exclamó sin alzar el rostro.
Era nuevamente otro ataque de ansiedad, no quiso hacer más preguntas ni abrumarlo, en esta ocasión supo bien a quien acudir. Llamó a Pato, pidiéndole de favor que le comunicara a Max lo más pronto que pudiera explicando lo que sucedía. Pato por su parte no cuestionó, afortunadamente su amigo aún no salía a su trabajo, lo buscó hasta encontrarlo en la cocina, mantuvo la calma para no asustarlo en vano. Ante este llamado Max se apresuró a tomar sus cosas y salir a donde le indicó su amigo.
Cuando Max llegó una persona del servicio ya lo esperaba, le pidió de inmediato que subiera a la habitación de Sergio, fuera de esta se encontraba el señor Pérez, agradeciéndole por ir al rescate de su hijo.
El rubio se adentró, yendo directamente al armario, en cuanto el menor lo vió, se levantó para abrazarlo, esconder su cara entre el pecho mientras Max le acariciaba la espalda y dejaba cortos besos en su cabeza: —Cariño, ¿qué sucede?
Sergio no respondía, se apegaba mas al cuerpo del mayor sujetando sus manos por detrás de la espalda. Max no le exigía respuesta, solamente se enfocaba en darle calma, tratando de tranquilizarlo para que poco a poco su ansiedad se desvaneciera.
—No me dejes aquí, por favor.
Fue lo único que de rato dijo, Max suspiró y asintió despacio, cuestionó al menor preguntando si quería llevar algunas cosas, de ser así que las pusiera en una mochila para marcharse. Sergio se separó para tomar un libro, un cuaderno y bolígrafos de colores que estaban sobre su escritorio, los puso en su mochila para después cargársela en el hombro y volver a abrazar el brazo del mayor.
Los arranques de ansiedad que le daban a Sergio, habían disminuido los últimos meses, ya no eran tan frecuentes pero cuando se sentía demasiado presionado estos se hacían presentes, por suerte, esta vez tan solo la presencia de su novio lograba tranquilizarlo.
Cuando llegaron a la oficina, esperaba que su jefe le diera comprensión, si tan solo le permitía explicarle la situación. Ambos se adentraron al edificio, Sergio sujetando fuerte la mano del mayor, era la primera vez que visitaba la oficina de trabajo de su novio, en se sitio no conocía a nadie en absoluto y se sentía un poco extraño. Al llegar al escritorio de Max, le pidió que esperara un poco ahí para poder hablar con su jefe. Sergio asintió sin decir palabra, quedándose sentado en la silla mientras veía aquella figura alejarse.
Esperó un poco mientras terminaba la llamada en la que estaba ocupado, tras finalizar su jefe le dijo que pasara, este se puso un poco nervioso.
—¿Qué necesitas, Verstappen? —prestó atención.
—Lamento interrumpirlo, tuve una situación un poco complicada, la cual me orilló a traer a alguien conmigo a la oficina —se rascó la nuca.
—¿Qué? —fijó la mirada un poco confundido—, ¿a quién trajiste?
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Losing You [Chestappen]
Hayran KurguSergio lleva una vida rutinaria y aburrida desde hace tiempo. Ninguna persona había despertado en él un interés amoroso, hasta que aquel rubio de ojos azules lo encontró. Max a pesar de siempre tener una sonrisa en su rostro y siendo positivo la ma...