XIV

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A comparación de las mañanas anteriores, esta se sentía bochornosa, a pesar de haber estado frío por la madrugada, dio un cambio radical que Max apenas si lo soportaba.

Al despertar, giró a ver al menor quien aún gozaba de un sueño profundo; claro era por haberse desvelado, sonrió de lado, seguido de ello se levantó despacio. Siendo cauteloso se vistió para poder bajar e irse a meter a la alberca.

No había gente aún, solo una niña de unos trece o quince años aproximadamente, al parecer estaba sola.

Max dejó su toalla sobre uno de los camastros y se sentó al borde de la alberca, sintiendo el aire caliente y viendo como poco a poco el sol ganaba espacio y brillo en el cielo, se sentía una calma divina pero el sol no dejaba de atacar. A lo lejos el mar se escuchaba un poco inquieto, las olas pegaban con una velocidad inaudita lo cual ensordecía la música ambiental que provenía de adentro. Se quitó la camiseta para solo dejarse el short y al fin adentrarse a nadar un poco.

En este viaje decidió no usar maquillaje para sus manchas en la piel, le daba igual quienes las vieran, lo único que buscaba en esta salida era pasársela bien con su pareja y hacer también que esta misma lo disfrutara, lo estaba logrando así que lo demás le importaba muy poco.

Sergio al despertar estiró su mano hacia su lado izquierdo, buscando con ella el cuerpo del mayor aún teniendo los ojos cerrados, al darse cuenta que no estaba se incorporó de prisa para quedar sentado sobre el colchón.

—¿Maxie?

Comenzó a llamarlo, al no recibir respuesta se puso un poco ansioso. Se levantó de la cama y lo buscó pero lo único que encontró fue una nota sobre la cómoda: "Buenos días, cariño. Bajé a la alberca, ¿te veo ahí?", soltó un suspiro aliviado, por un momento creyó entrar en pánico pero solo era una mala jugada de su cerebro. Dejó la nota ahí mismo y fue a cambiarse para ir a encontrarse con su novio a donde lo esperaba.

El área de la alberca era más linda de lo que pensó, no tenía idea de que pudiese verse tan bella, la decoración por todo el sitio combinando la madera con las plantas eran espectaculares. Con la mirada logró encontrar a Max, quien estaba nuevamente sentado a la orilla de la alberca con el cabello empapado y rodando gotas sobre su cuerpo, su espalda rojiza por los golpes del sol sobre la piel. Sergio dejó sus sandalias en donde se encontraban las cosas del mayor, se acercó para sentarse a lado de su novio para después recargar su cabeza sobre el hombro.

—Pecas, buenos días —abrazó al menor por la cintura—. ¿Dormiste bien?

—No como hubiera querido —formó un ligero puchero.

—¿Por qué?, ¿qué te hizo falta para dormir bien? —preguntó con cierta preocupación.

Sergio sonrió separandose un poco de Max para susurrarle algo al oído, haciendo que con esas palabras este solo se sonrojara y abriera un poco la boca. Ante esto el pelinegro soltó una de sus risas chillonas.

—Te gusta que sea honesto, ¿no es así?

—Claro que si, pero siempre has de conseguir que me avergüence y mi cara se ponga roja —se cubrió un poco con ambas manos.

—Ambos podemos tenerla roja al mismo tiempo —volvió a sonreír guiñándole el ojo.

Max se sentía apenado, decidió meterse a la alberca nuevamente y nadar un poco mientras Sergio no borraba su sonrisa del rostro ni le quitaba la mirada de encima mientras el otro nadaba.

Tras haber pasado unos minutos, Max le dijo a su novio que entrara junto con él pero el otro se negó, no tenía ganas de meterse al agua tan "temprano" aún haciendo calor, mencionó que el mojar sus pies le bastaba, teniendo en cuenta que no podía entrar del todo ya que no sabía nadar.

Losing You [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora