IX

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El día que Sergio no quería que llegara, pareció llegar más rápido a propósito, el día en que tenía que irse a Ámsterdam y debía dejar a su novio, parecía bastante agobiante la idea, realmente no quería irse pero no había otra opción alterna.

Terminó de bajar su equipaje de la habitación, el chofer se encargó de subirlo a la camioneta en donde se irían sus padres, él esperaba a Max, porque le prometió que iba a acompañarlo al aeropuerto, de lo contrario le juró que se encerraba en su habitación sin importarle que se perdiera el vuelo.

Se encontraba sentado en el porche con un libro entre las manos, teniendo la vista hacia la entrada ansiando ver el coche de su amado, en cuanto fue así, automáticamente una sonrisa se le dibujó en el rostro, se levantó y quedó en espera del rubio.

—Espero no llegar tarde —dijo mientras bajaba del auto acercándose—. Hola, cariño —Sonrió estando más cerca.

—Hubiera preferido que no llegaras, así me hubieras ahorrado hacer un viaje que no quiero hacer.

Max negaba con la cabeza, lo tomó de la mano atrayéndolo a él para abrazarlo mientras el menor le correspondía.

Un par de voces se hicieron presentes después de unos segundos, estaban listos para partir, los señores Pérez saludaron a Max y viceversa. Tras esto los mayores subieron a la camioneta para poder irse mientras el menor se iba con el rubio.

Yendo en camino, Sergio no dejaba de tomar la mano de su novio mientras que con la otra aún sostenía el libro, lo curioso es que no lo quería para él, ya llevaba unos más en su maleta, este libro en especial quería dejárselo a su novio mientras estaba ausente, era su favorito, tenía de título Human Acts. Aprovechó la oportunidad de haber parado en un semáforo en rojo para entregárselo, Max observó la portada y leía un poco el prólogo que venía detrás.

—Se ve bastante interesante, Pecas. ¿Qué tiene de especial para que lo compartas conmigo?

—Cuando lo leas sabrás el por qué. Quiero que cuando lo termines me des tu crítica, es importante para mi, siendo mi favorito quiero discutirlo con alguien más, eso si tú también te vuelves amante de esta lectura.

—Ten por seguro que si —Sonrió, dejando el libro encima de su regazo para continuar manejando.

Cuando llegaron al aeropuerto, tanto Sergio como sus padres fueron a hacer el registro de las maletas y recoger sus boletos, luego de esto volvieron a la sala de espera, su avión saldría dentro de dos horas. En ese tiempo, el pecoso se quedó recostado sobre las piernas de Max quien estaba sentado en una de las sillas, le acariciaba la cabeza y enredaba sus dedos con el cabello del menor, le encantaba la suavidad de ese cabello oscuro, se sentían unas cosquillas ligeras y agradables.

No sentían pena o temor por ser criticados cuando se besaban frente a los demás, no había porqué avergonzarse en demostrar amor y afecto, el amor no debe ser ridiculizado, al menos ellos lo percibían así, la opinión del resto muy poco les importaba, si es que le tomaban siquiera importancia.

Se tomaban de las manos, jugueteaban con ellas por unos minutos, demostrando quien tenía más fuerza y era evidente, Sergio siempre terminaba derrotado, pero de vez en cuando Max demostraba debilidad para dejarlo ganar, le encantaba ver cómo se emocionaba y sonreía tan contento, le daba demasiada alegría.

Cuando se aburrían del juego solamente juntaban sus frentes, moviendo la cabeza de un lado a otro sin despegarse, haciendo que rieran de la nada, se fijaban la mirada y ahora era el turno de juntar sus narices, que a pesar de que la nariz de Max ganaba en tamaño, encajaba tan bien con la pequeña de Sergio. Las rosaban de un lado a otro para finalmente terminar en un beso, cerrando los ojos y aferrándose al agarre entre sus manos, sintiendo la textura de los labios del otro, teniendo en su boca incluso la lengua ajena.

Losing You [Chestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora