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Era una regla poco común... una regla que la gente del pueblo normalmente seguía.
'No toques a la esposa de Standford '
¡Todo el mundo lo sabía!
A pesar de que los habitantes del pueblo intentaron decirle al hombre que la estaba acosando que la dejara en paz, decidió ignorarlos.
No sabían si él era estúpido o simplemente no le importaba, pero de cualquier manera ahora estaba fuera de sus manos.
No cuando Ford se enteró, oh, él aprenderá que siempre lo hacen.
Pasó el pulgar por tus labios hinchados y secó el lápiz labial. Tu cuerpo todavía temblaba por haber hecho el amor. Hiciste lo mejor que pudiste para recuperar el aliento mientras Ford se arreglaba. Al hombre no le importaba mucho tu apariencia desaliñada ni sabía que quería que ese cabrón supiera lo bien que te había follado.
"¿Crees que alguna vez podrías manejarla?" Ford intentó no gruñir mientras sus dedos recorrían tu cuello, trazando las marcas que le había dejado.
Se tensó, el cuerpo se tensó mientras se giraba lentamente para encarar al hombre atado a la silla temblando. Sus dedos se subieron las gafas que se tiñeron con la luz, el Autor dio otro paso hacia él. "Patético".
Sus dedos agarraban un amuleto mientras se inclinaba para encontrarse con la mirada aterrorizada del hombre, una sonrisa burlona se formaba lentamente en sus labios. "Te mostraré lo que significa tocar lo que es mío... es una pena que no puedas sobrevivir a esto, pero tu acto descuidado será una advertencia para los demás".
Apartando la mirada del acto macabro, examinaste tus uñas haciendo tu mejor esfuerzo para no escuchar los gritos del hombre.
Sabías que la muerte de este hombre no significaría nada, nunca lo hizo, pero al menos fue un buen entretenimiento, sin mencionar que Ford te malcrió después de que el hecho terminó.
Te bajaste del escritorio y caminaste hacia el hombre mientras lo rodeabas con tus brazos por la cintura. "Si no tienes cuidado, te mancharás de sangre tu lindo traje".
Ford desvió la mirada y se alejó del cadáver. —Estoy bien... aunque puede que me haya excedido un poco —murmuró—. Haré que alguien limpie esto. Quiero que quemen ese vestido.
"¡Perfecto! Tenía puesta la mirada en un conjunto muy bonito".
Agarrándole la mano, sus dedos le brindaron consuelo, un toque que hizo desaparecer el toque de ese hombre. "Lo que sea por ti, cariño".
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