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Resumen: Ford y Reader en el origen universitario
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—Stanford, ¡una vez que consiga tu lamentable trasero, se habrá acabado para ti! —resopló T/N, ganándose un regaño de la bibliotecaria mientras veían a su mejor amiga alcanzar el libro que necesitaba de un estante más alto de la biblioteca.
Ella le pidió ayuda a Ford, pero se dejó engañar por sus payasadas. Él la miró con una sonrisa distante que los molestó aún más. Sin embargo, internamente, T/N todavía estaba mareada por el hecho de que Ford les sonriera de esa manera después de todos estos años.
Al regresar a tu mesa con un libro menos de lo que necesitabas para el proyecto que estabas desarrollando para presentar en la convención científica, Ford te chantajeó para que te postularas.
Acomodándote en la habitación fría, recuerdas con cariño cómo te elogiaba y te decía con suavidad (bueno, más bien con más claridad) que eres un gran inventor, solo un poco desorganizado, algo con lo que no puedes evitar estar de acuerdo.
Tú lo sabías, todos a tu alrededor lo sabían. Es solo que te resulta aburrido ser inteligente. Sin algo en qué pensar o alguien con quién competir, la chispa que lo impulsa se apaga.
Hasta que conociste a Ford en la clase de cálculo. Participaba activamente en clase, tenía una cara bonita y una mano servicial, un verdadero placer para la vista. Lo que te llamó la atención fue que nunca levantaba la mano por completo. Solo un bolígrafo o un lápiz, y la curiosidad pudo más que tú.
Caminaste con valentía hacia su escritorio después de que sonara la campana, extendiste tu mano para presentarte. "¡Hola! Soy T/N, un placer conocerte", solo para recibir una mirada en blanco y un asentimiento. "Stanford Pines".
Bueno, ese plan fracasó. Como verdadero científico, eso no debería detenerte. Pero se quedó con sus cosas y salió por la puerta casi de inmediato, dejándote estupefacto. Al menos Fiddleford estaba allí para hacerte volver a la normalidad.
Al salir al pasillo no puedes evitar despotricar al respecto. "¡Qué descaro tiene! Solo estaba tratando de ser educada", resoplaste mientras metías tus cosas en el casillero. Fiddleford tarareó en respuesta, pero ofreció su consejo sincero: "Sabes, T/N, ¿y si es simplemente incómodo? Incluso yo lo fui los primeros días que llegué aquí". Cerraste la puerta del casillero de un portazo, "mira McGucket, aprecio la honestidad, pero ¿no deberías estar de mi lado?", lo que provocó un ataque de risa de tu amiga.
