Recupera tu identidad

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En Éxodo, capítulo 3, se narra el llamamiento que Dios hace a Moisés para que inicie la liberación de Israel. Recordemos que, en capítulos anteriores, Moisés había huido de Egipto, pues el faraón se había enterado de que Moisés había matado a un egipcio al verlo maltratar a un judío. Cuando Moisés recibe el llamamiento, se encontraba cuidando las ovejas de su suegro y vio una zarza que ardía sin consumirse, lo que llamó su atención. Al acercarse, Dios le dijo que se detuviera, pues estaba en su presencia. Después de esto, Dios le ordenó a Moisés que fuera ante el faraón para pedir la liberación de Israel. Sin embargo, Moisés le pregunta a Dios en Éxodo 3:11-12: "¿Quién soy yo para que vaya al faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel?". Y Dios le responde: "Ve, porque yo estaré contigo".Luego, Moisés pregunta quién debo decir que me envía, y en Éxodo 3:14, Dios responde: "Yo soy el que soy". Y añadió: "Así dirás a los hijos de Israel: 'Yo soy me ha enviado a vosotros'". Posteriormente, Dios le explica a Moisés lo que habrá de suceder.Quiero centrarme principalmente en dos aspectos: la duda de Moisés al decir "¿Quién soy yo para hacer estas cosas?", pues equivocadamente pensaba que las haría por su cuenta, sin la compañía de Dios. Al igual que Moisés en este momento de incertidumbre, a nosotros también nos sucede que olvidamos nuestra identidad como hijos de Dios. Es Dios quien nos da la fuerza y quien tiene la potestad. Cuando pensamos en nosotros mismos de forma individualista, nos encontramos a menudo en situaciones que parecen imposibles o difíciles de resolver. Sin embargo, cuando nos reconocemos no como individuos, sino como hijos de Dios, en comunión con Él, incluso lo más difícil puede parecer simple. No se trata de quiénes somos nosotros, sino de quién es Dios y de quiénes somos para Él.Me gusta resaltar el versículo 14, donde Dios dice: "Yo soy el que soy". Esta frase nos recuerda que Dios es el que es, el que era y el que será; el Alfa y el Omega, el principio y el fin, quien ha vencido al mundo. Ahora te invito a recobrar tu identidad como hijo de Dios, de nuestro Abba Padre. Pídele a Dios que sea tu guía, que su presencia te acompañe, que te aconseje y te guarde. Sobre todo, crea una relación íntima con tu Padre y hónralo. Búscalo en todo momento, pues Él está contigo; hazlo parte de tu día y de tu vida.San Juan 16:33: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo".

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