Capitulo Cuatro

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Había pasado casi un mes desde el último encuentro con Pitch, y la tranquilidad comenzaba a asentarse en el reino de Arendelle. Sin señales del villano, todos empezaban a relajarse, pero Jack, atento como siempre, continuaba ayudando a Elsa a controlar sus poderes. Elsa había progresado de manera sorprendente, y Jack, observando su evolución, sonreía orgulloso.

—Muy bien, Elsa, has mejorado mucho —dijo Jack mientras terminaban la última lección del día—. Ahora descansa, ya es hora de dormir.

—Gracias, Jack —respondió Elsa, agotada pero satisfecha.

Justo cuando Jack estaba a punto de marcharse, Elsa lo detuvo.

—Jack, gracias por todo. Eres increíble.

Jack rió con suavidad.

—Gracias, Elsa. Tú también lo eres.

Elsa sonrió con ternura antes de caer en un sueño profundo.

Al día siguiente, el castillo se llenó de risas infantiles. Los niños habían decidido jugar al escondite, y Elsa, siendo la más hábil en encontrar buenos escondites, se escabulló en una habitación alejada, ocultándose detrás de una mesa cubierta por una manta pesada. Mientras esperaba en silencio, un ruido repentino la sobresaltó. Su corazón latió con fuerza, pero se tranquilizó al recordar que Jack solía hacer ruido al llegar.

—¿Jack, eres tú? —preguntó con voz temblorosa, pero firme.

No hubo respuesta.

—Jack, esto no es gracioso —insistió, sintiendo una extraña inquietud.

De repente, una puerta detrás de ella se abrió lentamente, y un susurro escalofriante llenó el aire. "Elsa... ven... Elsa... ven..." La niña, dominada por la curiosidad y el miedo, se acercó a la puerta, pero antes de cruzar el umbral, sintió una presencia detrás de ella. Rápidamente, se puso en guardia.

—¡Wow, wow, tranquila! Soy yo —la voz de Jack rompió el silencio, calmándola.

—¡Jack! Me asustaste —respondió Elsa, soltando un suspiro de alivio.

—Lo siento mucho —dijo Jack, sonriendo—. Pero, ¿de qué hablas? Yo acabo de llegar.

—¿En serio? —Elsa frunció el ceño, sintiéndose confundida—. Qué raro...

—Bueno, ¿qué estabas haciendo? —preguntó Jack, intentando cambiar el tema.

—Jugando al escondite con todos —contestó Elsa.

—¡Qué divertido!

En ese momento, Ana apareció de repente y gritó alegremente:

—¡Uno, dos, tres por Elsa!

—Jaja, me encontraste —dijo Elsa con una sonrisa.

—Soy la mejor —respondió Ana, triunfante—. ¡Oh, hola, Jack!

—Hola, Ana —saludó Jack, inclinando la cabeza.

—Vamos a buscar a los demás —dijo Ana, llena de energía.

Elsa y Jack la siguieron. Después de algunos minutos de búsqueda, encontraron a Rapunzel en la cocina, pero Mérida y Hippo seguían desaparecidos. Finalmente, después de una larga búsqueda, los descubrieron detrás de un sillón en la sala. Las bromas comenzaron, y las mejillas de ambos se sonrojaron bajo las risas de los demás.

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Mientras tanto, en algún lugar lejano, Pitch y Gothel observaban con paciencia.

—¿Estás lista? —preguntó Pitch con una sonrisa oscura.

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