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Barcode estaba sentado en la enorme habitación que Jeff le había asignado, con el corazón latiendo a mil por hora. No podía entender cómo había terminado atrapado en medio de esos dos alfas, los hermanos Satur. La confusión y el miedo se mezclaban en su mente, y por más que intentaba encontrar una salida, cada puerta parecía cerrarse más. Pero lo que más lo inquietaba era no saber qué lo había llevado hasta allí.

Meses atras...

El bar donde trabajaba Barcode era conocido por ser un refugio de alfas poderosos y ricos, hombres que veían a los omegas como simples trofeos. A pesar de esto, Barcode había aprendido a defenderse, a no dejarse intimidar. Pero la verdad era que, bajo su fachada dura y ruda, sentía el peso de la soledad y el acoso constante.

Un día, mientras se movía al ritmo de la música en el escenario, un par de ojos lo siguieron desde la penumbra del bar. Ta, el hijo menor de la familia Satur Nannakun, estaba sentado en una mesa al fondo, en medio de una reunión de negocios. La música, las luces, todo lo demás desapareció en el momento en que vio a Barcode. Su gracia, su apariencia desafiante y su aroma lo envolvieron por completo. Era diferente a cualquier otro omega que hubiera visto antes.

A partir de ese día, Ta regresó al bar cada noche. Se sentaba en la misma mesa, observando desde lejos, sin acercarse. No era de esos alfas que acosaban a los omegas o los perseguían. Prefería admirarlo en silencio, sintiendo cómo cada movimiento de Barcode lo atraía más y más.

Ta no tenía intenciones de hacerle daño, pero no podía evitar sentirse cada vez más fascinado. Cada vez que lo veía, algo dentro de él se encendía. Sin embargo, sabía que no podía precipitarse. Necesitaba tiempo para encontrar la forma de acercarse, de protegerlo sin invadirlo.

Lo que Ta no sabía era que alguien lo vigilaba. Jeff, su hermano mayor, siempre desconfiaba de sus movimientos. En el mundo de la mafia, donde los traiciones eran comunes, Jeff no podía permitirse que su hermano más joven estuviera tramando algo a sus espaldas. Así que ordenó a sus hombres seguir a Ta.

Una noche, uno de sus subordinados regresó con información. Le dijo a Jeff que Ta frecuentaba un bar omega y que estaba obsesionado con uno en particular. Jeff, curioso y con su siempre presente deseo de fastidiar a su hermano, decidió investigar por su cuenta.

Cuando Jeff entró al bar por primera vez, el ambiente lo envolvió, pero lo que capturó su atención de inmediato fue el omega que Ta había estado observando. Barcode estaba en el escenario, moviéndose con una mezcla de fiereza y elegancia que lo hipnotizó. El aroma a coco con jazmín llenaba el aire, y aunque Jeff no era de dejarse llevar por sentimientos, algo en Barcode lo desarmó.

Por un momento, Jeff consideró no involucrarse. No le interesaban los omegas, ni tampoco quería meterse en los asuntos de su hermano. Pero la rivalidad entre ellos, una batalla que había existido desde su infancia, se despertó en su interior. Ta estaba claramente interesado en Barcode, y solo por eso, Jeff decidió que se lo arrebataría.

Una noche, Jeff ordenó a sus hombres tomar a Barcode, sin previo aviso ni advertencia. No lo hacía por amor, ni siquiera por deseo. Lo hacía por la simple satisfacción de ganar sobre su hermano, por demostrar que todo lo que Ta deseaba, él podía quitárselo.

Cuando lo sacaron del bar, Barcode luchó desesperadamente. Su mente estaba llena de confusión, miedo y rabia. Sabía que muchos alfas lo deseaban, pero nunca había imaginado que su vida estaría en peligro por esa razón.

Jeff lo observaba desde la distancia, sin decir una palabra. Había ganado. No le importaba si Barcode lo quería o no. Lo único que le importaba era demostrarle a Ta que siempre estaría un paso adelante.

De vuelta al presente...

Barcode suspiró, perdido en sus pensamientos. Ahora tal vez sabía cómo había terminado en esa situación. Sabía que no era más que un trofeo en la guerra silenciosa entre los dos hermanos.lo había notado Pero lo que no entendía era por qué, a pesar de todo, sentía una mezcla de emociones. Ta lo había observado desde lejos, sin molestarlo ni acosarlo, mientras que Jeff lo había tomado sin siquiera pensarlo.

Una parte de él sentía una extraña atracción y curiosidad por Ta, pero al mismo tiempo, el miedo de lo que Jeff podría hacerle lo consumía. La lucha entre ambos hermanos apenas comenzaba, y Barcode estaba atrapado en el centro.

Y, aunque en su corazón quería creer que habría una salida, su mente le decía que la única opción para sobrevivir sería jugar el juego de los Satur.

Pero... ¿a qué costo?

Ámame a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora