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Barcode corría por los jardines de la enorme mansión, sus pasos acelerados en un intento desesperado de escapar de la sensación de claustrofobia que lo invadía. Jeff le había permitido salir, pero solo bajo la estricta vigilancia de varios guardaespaldas que lo seguían como sombras. El aire fresco no lo liberaba del peso en su pecho. Cada mirada de los hombres de negro era un recordatorio de su situación.

Las flores en los jardines, perfectamente cuidadas, no lograban consolarlo. Eran hermosas, sí, pero también representaban una prisión. Al igual que él, crecían en un lugar dorado, pero sin libertad.

Mientras corría por el sendero de piedra, escuchó pasos detrás de él. No eran los de los guardaespaldas habituales. Estos eran más lentos, más calculados, y llenaban el aire de una presencia que no podía ignorar. Barcode se detuvo en seco, girándose para ver a Ta caminando hacia él.

Ta tenía esa misma expresión fría que había visto tantas veces, pero esta vez había algo más en sus ojos, algo que lo desarmó un poco. Aunque intimidante, no parecía que Ta viniera con malas intenciones. De hecho, se veía... preocupado.

-¿Huyendo de algo? -preguntó Ta con una leve sonrisa, deteniéndose a unos pasos de Barcode.

Barcode lo miró, recuperando el aliento. No quería mostrar debilidad frente a él, pero sabía que no tenía mucho de dónde agarrarse en esa situación.

-Solo... necesitaba respirar -respondió Barcode, con una mezcla de desconfianza y resignación.

Ta suspiró, como si esa respuesta le doliera. No era su intención que Barcode se sintiera atrapado. Él mismo lo había observado en el bar, sin acercarse, sin intervenir, porque sabía que Barcode era fuerte, independiente. Pero ahora... por su propia inacción, Barcode estaba aquí, prisionero de su hermano.

-Lamento todo esto -dijo Ta, su voz más suave de lo que Barcode esperaba-. Esto no debería haber pasado, y es mi culpa.

-¿Tu culpa? -Barcode lo miró con incredulidad-. Tú no me secuestraste, fue tu hermano.

Ta bajó la mirada por un momento, como si esas palabras le afectaran más de lo que Barcode había pensado.

-Lo sé. Pero si no hubiera sido por mí, Jeff nunca te habría visto. Nunca te habría involucrado en esto.

Barcode se quedó en silencio. Había algo en la forma en que Ta hablaba que lo confundía. No era la arrogancia que había visto en Jeff, ni el desprecio por la vida de los demás. Había un peso en sus palabras, una culpa genuina.

-¿Por qué te importo? -preguntó finalmente Barcode, queriendo entender por qué alguien como Ta, un alfa que siempre parecía distante y controlado, mostraba preocupación por él.

Ta lo miró, su expresión volviéndose más seria, más introspectiva.

-No soy como Jeff -empezó, sus ojos oscuros suavizándose por un momento-. Él te quiere por la rivalidad, por el poder. Pero yo... yo te veía desde lejos porque me recordabas algo que pensé haber perdido.

Barcode frunció el ceño, desconcertado.

-¿Qué crees que habías perdido?

Ta dio un paso más cerca, su aura imponente, pero no amenazante. Por primera vez, Barcode sintió que detrás de esa frialdad había algo más, algo que Ta ocultaba del mundo.

-Después de la muerte de mi madre, perdí la capacidad de sentir algo que no fuera vacío -dijo Ta, su voz baja, como si revelar ese sentimiento fuera difícil para él-. Pero cuando te vi, cuando te observé moverte, ser fuerte en ese mundo que te rodea... algo despertó en mí. Algo que no había sentido en mucho tiempo.

Barcode sintió un nudo en el estómago. No sabía cómo responder a eso. Siempre había creído que los alfas solo lo veían como un objeto, como alguien a quien poseer. Pero en ese momento, las palabras de Ta lo golpearon de una manera diferente.

-¿Por qué no me sacas de aquí, entonces? -preguntó Barcode, su tono desafiante-. Si de verdad te importo, ¿por qué no me ayudas?

Ta lo miró en silencio por un largo momento. Sabía que Barcode tenía razón. Él era el responsable de que Barcode estuviera atrapado, aunque no lo hubiera planeado así. Y aunque su exterior mostraba frialdad, su interior estaba lleno de conflictos.

-Estoy buscando una manera -respondió Ta, finalmente-. Pero con Jeff vigilándote tan de cerca, cualquier movimiento en falso podría empeorar las cosas. Incluso yo... incluso yo no puedo enfrentarlo directamente ahora.

Barcode tragó saliva, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. Sabía que entre los dos hermanos, Ta era el más peligroso. Incluso Jeff, con todo su poder, le tenía cierto respeto. Pero ahora, aquí, Ta no parecía tan aterrador. Parecía... humano.

-No me dejes aquí -susurró Barcode, su voz quebrándose apenas-. No quiero ser parte de esta guerra entre ustedes.

Ta dio un paso más cerca, hasta quedar a pocos centímetros de él. Levantó una mano, como si fuera a tocarlo, pero se detuvo antes de hacerlo.

-Te sacaré de aquí, Barcode. No sé cómo, ni cuándo, pero te lo prometo.

El viento sopló suavemente entre ellos, y por un momento, Barcode sintió algo extraño en su interior. A pesar del miedo, a pesar de la confusión, había una chispa de esperanza. Sabía que Ta no era como Jeff, y aunque todavía desconfiaba de sus intenciones, una pequeña parte de él quería creer en sus palabras.

Ta se giró para marcharse, pero antes de hacerlo, miró a los guardaespaldas que los rodeaban.

-Denle más espacio -ordenó en voz baja, pero firme-. A partir de ahora, Barcode puede pasear sin ser molestado.

Los hombres asintieron, y Ta desapareció entre los jardines, dejando a Barcode con una mezcla de emociones. Sabía que todavía estaba atrapado, pero al menos, por ahora, había un rayo de esperanza. Una promesa que, por más frágil que fuera, era lo único a lo que podía aferrarse.

Ámame a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora