Capítulo 6

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Por un instante, me quedé paralizado, incapaz de reaccionar. Alison estaba justo frente a mí, y la realidad de su presencia borraba cualquier rastro de mi anterior conversación con Flavia. Respiré profundamente, intentando calmarme mientras una sensación de calidez se extendía por mi pecho, como si cada latido de mi corazón reverberara en todo mi cuerpo.

—Bueno, al fin nos vemos en persona —dijo Alison, con una voz suave y llena de una sorpresa genuina que hizo que mi nerviosismo se intensificara.

Mi mente tardó un segundo en procesar sus palabras. Esbocé una sonrisa, aunque mis pensamientos seguían corriendo en todas direcciones. ¿Cómo es que alguien que había conocido hace tan poco tiempo podía tener este efecto en mí?

—Sí, al fin —logré responder, intentando que mi tono sonara casual, pero la pizca de nerviosismo era innegable. Las palabras me salieron más torpes de lo que quería.

Un silencio se instaló entre nosotros, denso y un poco incómodo. Sentí que los segundos se estiraban interminablemente, mientras luchaba por encontrar algo, lo que fuera, para decir. Era extraño cómo tenía tantas cosas que decir por mensaje, pero ahora, cara a cara, parecía que no encontraba las palabras.

Alison rió suavemente, rompiendo la tensión que se había formado. El sonido de su risa, tan natural y despreocupada, fue como un bálsamo que alivió la rigidez en mis hombros.

—Esto es algo incómodo, ¿no lo crees? —dijo, con una sonrisa que iluminó sus ojos.

Me di cuenta de que la estaba mirando fijamente y, para evitar parecer un completo idiota, desvié la mirada por un segundo, tratando de recobrar la compostura.

—Sí, lo es un poco —admití, dejando escapar una pequeña risa, más para disimular mi nerviosismo que otra cosa.

—Entonces es tiempo de acabar con este silencio —dijo ella, tomando la iniciativa—. ¿Cómo estás? ¿Todo bien?

Sentí cómo la tensión en mis hombros comenzaba a desvanecerse al ver la sonrisa de Alison, que iluminaba su rostro bajo la suave luz del atardecer. Por primera vez desde que la vi, mi nerviosismo se convirtió en una sensación cálida y reconfortante.

—Todo bien —respondí finalmente, con un tono más relajado—. Es un poco raro verte aquí después de haber hablado tanto por mensajes.

Alison asintió, dejando que la brisa jugara con su cabello mientras su mirada se suavizaba.

—Lo sé, parece que en persona es diferente, ¿no? Aunque, para ser sincera, estaba un poco nerviosa también.

Me reí suavemente, encontrando alivio en la honestidad de Alison. Su risa me hacía sentir que, quizás, ambos estábamos en la misma sintonía, lidiando con los mismos nervios.

—Me alegra no ser el único. Pero ya estamos aquí, así que supongo que es momento de dejar de pensar tanto y simplemente disfrutar.

—Y espero que estas salidas sean más recurrentes para comenzar a dejar un poco de lado la virtualidad, y así tal vez socializar más en persona.

Dijo que quiere salir más conmigo.

Bueno, quizás se refería a salir en grupo como hoy, pero honestamente me da igual.

No me importa que salgamos con otras cien personas, mientras la vea al menos cinco minutos.

—Sí, nada superará nunca el hablar con amigos personalmente.

—Estoy totalmente de acuerdo —me contestó—. Además, mientras más nos reunamos más podré encargarme de mejorar tu cultura musical —bromeó.

—Es verdad, mi terrible cultura musical —fingí recordar con drama actuado.

Sombras del orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora