Capitulo 10: Presagios

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El sol de la mañana ya comenzaba a calentar las canchas de la escuela cuando El Coyote y sus amigos salieron al recreo. Todo parecía en calma, pero las miradas furtivas que lanzaban los miembros de la pandilla de Neto desde la distancia se sentían como una amenaza latente. Lalo, con su habitual energía, intentó bromear para romper la tensión.

-Oye, ¿quién se apunta a un partido de futbolito? -dijo mientras giraba el balón entre sus manos-. Hoy siento que puedo darle una paliza a cualquiera.

-Ya quisieras, carnal -respondió Juan, poniéndose en guardia-. El último que te ganó fui yo, ¿o ya se te olvidó?

Mientras los dos reían y se preparaban para empezar el juego, El Coyote no podía evitar echar un vistazo alrededor. Sabía que algo se estaba cocinando, pero por el momento todo parecía tranquilo. Yolis y Carlos se unieron al grupo, animados por la energía del momento. Jugando un 5 vs 5 en la cancha con otro equipo de niños. El cansancio agarró a todos por igual y se fueron todos a comer a una banca. Todo parecía volver a la normalidad.

Pero esa paz fue interrumpida de golpe. Chucho y El Chino, los inseparables secuaces de Neto, se acercaron desde la cancha contigua. Los dos caminaban con esa arrogancia característica, como si cada paso estuviera calculado para hacer notar su presencia. Chucho se adelantó, levantando la voz para que todo el mundo escuchara.

-¡Miren nomás! -dijo señalando con la cabeza hacia el grupo-. ¿Qué tenemos aquí? A los súper compas del Coyote. Seguro han estado planeando cómo salvar el mundo.

El comentario era solo el inicio. Juan, que siempre había sido más callado, intentó ignorarlos, pero Chucho no estaba dispuesto a dejarlo pasar. Se acercó más, pateando el balón con el pie hacia otro lado.

-¿Qué pedo, Juanito? ¿No vas a decir nada? ¿O te da miedo hablar cuando no está tu compa el Coyote?

El Coyote dio un paso al frente, sus músculos estaban tensos, pero Carlos le puso una mano en el hombro, tratando de calmarlo.

-Déjalo, Coyote. No vale la pena -dijo en voz baja.

Pero Chucho no tenía intención de detenerse. Con una sonrisa burlona, se giró hacia Yolis, quien estaba observando la escena con nerviosismo.

-¿Y tú, qué onda? Dame tu lonche, tu mamá hace bien ricas las quesadillas -dijo Chucho.

Yolis escondió entre sus brazos su lonchera, pero Chucho intentó arrebatarsela y en medio del forcejeo, recibió una cachetada de parte de Yolis.

-¿Por qué no se van a otro lado? Ya estuvo bueno, iré a acusarlos con los maestros -amenazó Yolis.

-¡Ah, que niña tan chismosa! -respondió Chucho.

Las palabras de Chucho hicieron que la sangre de El Coyote empezara a hervir, pero mantuvo el control. Sabía que responder en ese momento solo empeoraría la situación.

-Ya estuvo, Chucho -dijo finalmente El Coyote, con un tono firme-. No queremos problemas.

Chucho soltó una carcajada y se giró hacia El Chino.

-¿Escuchaste eso? No quieren problemas. Qué miedo, ¿no?

-¿No tienen nada mejor que hacer? -exclamó El Coyote, claramente molesto.

Pero Chucho y El Chino solo se encogieron de hombros, como si no hubieran hecho nada. Y con esa misma actitud despreocupada, comenzaron a alejarse, no sin antes lanzar una última advertencia.

-Esto apenas empieza -dijo Chucho-. Prepárense, porque Neto quiere hablar contigo, Coyote. Dice que se la debes por el chingazo que le diste.

El silencio cayó sobre el grupo después de que la pandilla se alejara. Carlos, que había estado conteniendo la respiración, finalmente la soltó.

Mas Kara: Lucha libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora