2.- La última sonrisa

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Daishinkan se despertó sintiéndose inquieto, con un sentimiento de vacío, como si su alma hubiera sido arrancada de su cuerpo. La oscuridad lo envolvía, como una manta que lo sofocaba poco a poco. Se sentía como un hombre que había sido despojado de su humanidad, como un animal herido que no podía encontrar refugio. La noche parecía haberlo despojado de su dignidad, de su orgullo. Y de su vida, si eso podía llamarlo vida.

Daishinkan se pasó la mano por la cara, como si tratara de borrar la sensación de vacío que lo consumía. Pero no había escape. La oscuridad parecía haberse metido dentro de él, como un invasor que había tomado posesión de su alma. Respiró cansado, sintiendo el peso de la noche sobre él. La habitación parecía haberse estrechado, como si las paredes se hubieran cerrado sobre él. La oscuridad lo envolvía, como una manta que lo sofocaba poco a poco. Se levantó de la cama, como un autómata, y se dirigió a la ventana. La noche lo miraba, como un ojo vacío que lo observaba sin piedad. Daishinkan se sentía como si estuviera al borde del abismo, mirando hacia el vacío.

La ciudad dormía, pero él no podía dormir. La oscuridad lo mantenía despierto, como un centinela que lo vigilaba sin descanso. Daishinkan se sentía como si estuviera en un infierno personal, donde la culpa y el arrepentimiento lo atormentaban sin cesar en donde una mano al pecho decidió callar. La luna llena brillaba en el cielo, como un espejo que reflejaba la oscuridad de su alma. Daishinkan se sentía atraído por ella, como un insecto que se siente atraído por la llama. Quería acercarse, quería tocarla, pero sabía que no podía.

La noche parecía tener un sonido, un susurro que solo él podía escuchar. Era el sonido de la culpa, el sonido del arrepentimiento. Daishinkan se sentía como si estuviera rodeado de fantasmas, de espectros que lo acechaban y lo juzgaban. Al caminar un poco en su habitación, se hallo frente al gran espejo, viendo su estado tan desgastado y no lo decía por fuera era por dentro.

Un sonido en la cocina le advirtió que alguien estaba ahí, supuso que era su hijo Whis que ya había vuelto después de ver a Mojito en el manicomio, y estaba preparándose algo de comer y decidió bajar a confrontarlo por llegar a esas horas. Cuando bajo no ve a Whis, eso lo confunde un poco pues creyó que ya había vuelto. Entonces se dirige a la sala donde ve a alguien sentado tomando un té mientras leía un libro y se sorprende al ver que era Merus, estaba ahí sentado, lo vio y el también lo vio regalándole una sonrisa, sonrisa que hizo a Daishinkan quedarse ahí. Cuando se acerca ve en suelo tierra fresca y pétalos húmedos, al levantar la mirada no ve nada, no ve a Merus y aún lado encima de la mesa estaba el libro y la taza de té tibia.

En eso aparece Whis con galletas en manos y al ver a su padre sorprendido y congelado le pregunta si esta bien. Daishinkan no dice nada y solo se queda ahí inmóvil, como una estatua mirando en la dirección de la mesa donde estaba el libro y la taza de té.

—Ese libro y esa taza de té lo has cogido tú, Whis —preguntó Daishinkan recobrando la movilidad de su cuerpo, pero aún mantenido su mirada fijo en esas dos objetos. Whis dirigió su mirada a donde veía su padre y le pareció extraño que se lo preguntara pero después dijo que si.

—No tenía sueño y decidí tomar un libro de la biblioteca de la casa y prepararme una taza de té, querido padre —dijo después añadió —hay algún problema en eso padre.

—Solo creí ver a Merus ahí —confesó volteando se a ver a su hijo.

Whis se quedo callado

—Padre no había nadie ahí, Merus esta muerto.

—Lo se Whis, solo creí verlo ahí, sonriéndome como lo hizo la última vez.

—Porque mejor no va a descasar querido padre —sugirió —puede que la muerte de Merus le ha afectado un poco. Mañana sera otro día.

Daishinkan vuelve a mirar al suelo y vio que estaba limpio, no había la tierra y los pétalos que había visto. Sin poner escusa decide hacer caso a su hijo y se va a su habitación. Dejando a un Whis pensativo.

Por la ventana ingreso un frío viento moviendo las páginas al azar deteniéndose en una página donde subrayada decía.

El eco de la culpa, el viento los lleva tratando de borrarlas, pero hay más que otros que saben la verdad y los quiere mantener, silenciado”

Whis se quedó mirando la página, pensativo, y luego cerró el libro. Se preguntó si su padre estaba bien, si la muerte de Merus lo había afectado más de lo que parecía. Se acercó a la ventana y miró hacia afuera, sintiendo el frío viento en su rostro. Era de noche, no había ningún ruido a esas horas más que él susurro del viento. De repente, escuchó un susurro, un susurro que parecía venir del jardín. Se acercó a la ventana y miró hacia abajo, pero no vio nada. El susurro se repitió, y esta vez, Whis pudo distinguir las palabras:

"Merus... Merus..."

Whis se estremeció. ¿Quién estaba susurrando el nombre de su hermano? Se alejó de la ventana y se dirigió a su habitación, sintiendo un escalofrío en su espalda.

Mientras se acostaba, no podía sacudirse la sensación de que algo extraño estaba sucediendo en la casa. Algo que no podía explicar. Y el susurro del nombre de su hermano seguía resonando en su mente.

Al día siguiente Whis se despertó por el ruido de cosas moverse por los pasillos, se levanta y sale de su habitación viendo a su padre dirigir a unos hombres que sacaban las cosas de Merus y la casa lo estaban cambiando por cosas muevas.

—¿Padre que esta pasando?.

—Solo amanecí con la intención de remodelar la casa es todo hijo.

Daishinkan siguió guiando a los hombres y un Whis lo miraba confundido.

—Es por lo de ayer, verdad padre? —dijo Whis y Daishinkan se quedo callado. Los hombres se vieron confundidos, mirándose entre si.

—Goku y Vegeta me esperan en la sala —les pidió Daishinkan y ellos asintieron llendose.

—Whis....

—Padre es por lo de ayer verdad —insistió y Daishinkan volteo a verlo con las manos en la espalda.

—Hay cosas que probablemente no entenderías y no tengo la intensión de hablar de ellas...Solo conformate con saber que lo de ayer no paso y menos ocurrió.

Daishinkan dejó a un Whis confundido y sin entender lo que estaba pasando en su lugar Whis se volvió a meter a su habitación para asearse e ir a trabajar a la empresa para ayudar a su hermano mayor Korn. Pues toda la responsabilidad no lo dejaría a él a pesar que Korn era el mayor.

Daishinkan llegó al salón, vio salir objetos que alguna vez fueron y formaron momentos de su vida con sus hijos y su esposa ya difunta y ser reemplazadas por cosas nuevas. Con eso Daishinkan quería limpiar y eliminar el recuerdo de su hijo muerto Merus. Especialmente por lo de anoche, que paso ahí en la sala.

Vio a uno de los hombres de nombre Goku llevarse un sillón, un gran sillón en donde un recuerdo le vino a la mente y era el sentado ahí con un pequeño Merus en sus piernas mientras le enseñaba a leer. Pero sale de sus pensamientos al escuchar el automóvil irse con todas las cosas y ese sillón se alejaba dejándole un vacío. Y el cuadro encima de la chimenea era el único objeto que estaba ahí intacto. Luego bajo Whis con su traje bien arreglado.

—Padre, me pase por la habitación de mis demás hermanos y no vi a ninguno, ¿No sabe donde están?

Como explicarle que lo dejaron, como decirle que se fueron y que no querían saber nada de su propio padre, como si fuera fácil decir lo que realmente paso.

—Pidieron tiempo por la muerte de Merus —dijo y Whis lo entendió sin preguntar más para alivio de Daishinkan, despidiéndose y luego marchándose a la empresa.

Solo. Si solo se quedó Daishinkan, pero a diferencia de que Whis volverá. Y cuando se sepa la verdad tal vez sería la última vez que lo vería. Como lo fue la última sonrisa de Merus antes de su muerte.

Continuará...

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