Cuando Sour y Korn ingresaron a la casa, vieron que todo estaba tranquilo. Sus hermanos conversaban y reían, Whis estaba tomando un té cerca de la ventana. Sin embargo, Vados, Cus y Cognac no estaban en la sala y eso desconcertó a los hermanos.
—¿Dónde está Cognac? —preguntó Sour.
—Vados y Cus, ¿dónde están? —Korn se mostraba serio.
Los demás hermanos dejaron de lado su conversación, quedándose callados.
—Cognac insistió con lo de Merus y los llevó al segundo piso para que también vean lo que según él vio —contestó Whis, tomando la taza de té en sus manos—. Están arriba desde que llegó la luz.
Korn se puso serio y, dejando la caja de herramientas, pretendía ir arriba. Margarita se interpuso en su camino, molesta.
—¿Qué te pasó en la cara? —Margarita se acercó y llevó su mano a la comisura de los labios de Korn, recibiendo un quejido de éste.
—Me golpeé con la puerta —dijo Korn, desviando el tema.
—Pues yo diría lo contrario —Camphari habló, mirando tanto a Korn como a Sour—. Tuvieron algún enfrentamiento ustedes dos.
—No —negaron ambos al unísono.
—Apuesto que este enfrentamiento fue por causa de Cognac —dijo Cukatail, dejando callado a los dos hermanos—. Su silencio parece que indica que sí.
Awamo y Martinu se acercaron a Sour para llevarlo en la silla donde Cognac se había caído y ya estaba levantado para sentarlo ahí.
—Eso es cierto, hermano —indagó Martinu.
—Debes controlar tus emociones de ira, Sour —aconsejó Awamo, viendo la sorpresa de Sour—. Y no te sorprendas de cómo lo sé, ya que cuando te enojas, tu frente aún está caliente y rojo.
Sour se quedó callado.
Por la puerta apareció Daishinkan con las llaves de su auto en la mano, y se sorprendió al ver a sus hijos reunidos.
—¿Qué pasa? —preguntó Daishinkan, con una voz ligeramente confundida.
Los hijos se acercaron a él, aliviados de verlo. Olvidándose de Korn y Sour, a quienes dejaron para ir a ver a su padre.
—Padre, estábamos preocupados por ti —dijo Whis.
—¿Preocupados? ¿Por qué? —preguntó Daishinkan.
Pero antes de que alguien pudiera responder, los ojos de todos se fijaron en la figura que estaba detrás de Daishinkan. Un joven de baja estatura, con cabello blanco en forma de mohicano, piel lila y ojos negros como el carbón.
—Él es Shin —dijo Daishinkan—. Será su nuevo hermano adoptivo.
Los hermanos se miraron entre sí, sorprendidos.
—¿Hijo adoptivo? —repitió Korn.
Daishinkan asintió.
—Shin será parte de la familia, me hará compañía ya que ustedes no viven en la casa. De hecho, había pensado en esto hace tiempo —confesó Daishinkan.
Shin se acercó, su mirada fija en los hijos de Daishinkan.
—Encantado —dijo Shin, su voz baja y suave.
Los hijos de Daishinkan se sintieron desconcertados. No habían esperado esto.
—¿Por qué no nos dijiste nada sobre esto antes, padre? —preguntó Sour.
Daishinkan se encogió de hombros.
—Ustedes se fueron dejándome, no tendría el porqué de comunicar les todo lo que hago.
—¡Vaya sorpresa que nos has dado, padre! —dijo Margarita, emocionada, tomándolo del brazo y jalándolo hacia afuera de sus hermanos, sorprendiéndole un poco.
—Me llamo Margarita, y es un placer conocerte —dijo con una sonrisa.
—Vaya, un nuevo hermano —habló Camphari.
—Ni que lo digas, es pequeño, apuesto que tiene 15 o 16 años —dijo Cukatail.
—En realidad tiene 20 —interrumpió Daishinkan, dejando sorprendido a todos.
Cognac bajó corriendo del segundo piso, pero se resbaló por las escaleras y cayó a los pies de Shin, quien lo miraba curioso.
—Merus... —dijo Cognac.
—Merus... —repitió Daishinkan.
—Verá, padre, acá el tonto de Cognac hace media hora atrás insistió que vio a Merus en el segundo piso —explicó Margarita, quien llegó hasta Cognac y le quitó a Shin.
—Luego se fue la luz —acotó Martinu.
—Pero Sour y Korn fueron a arreglarlo —dijo Awamo—, y tuvieron una pelea.
—¿Una pelea? —preguntó Daishinkan, mirando severamente a ambos—. Hablaré más tarde con ustedes. En cuanto a ti, Korn, será mejor que te coloques hielo, no puedes ir mañana así a la empresa.
—¿Quién es él? —preguntó Vados, ya más tranquila.
—Padre dice que es nuestro nuevo hermano —dijo Whis—. Lo ha adoptado.
—Un hermano adoptivo —habló Cus, mirando a su padre con incredulidad—. ¿Es cierto, padre?
—Así es, hija —respondió Daishinkan—. Shin es su nuevo hermano. Y será la persona que me hará compañía, como lo hacía Merus.
La tensión en la habitación aumentó después de lo que dijo Daishinkan. Los demás se quedaron en shock, más Korn, quien hizo un gesto para nada feliz.
—No estoy de acuerdo con esto —manifestó Vados.
—Lo que está diciendo, padre, es una completa locura —dijo Sour—. Deberíamos haber sido informados antes sobre esa decisión suya de tener un nuevo hermano.
—La empresa por la cual Korn está velando no será compartida con un extraño —señaló Vados, molesta—. De ninguna manera lo vamos a permitir.
—Padre, mis hermanos tienen razón —dijo Cus, firme—. Debería desistir sobre su decisión. El lugar de Merus nadie lo va a ocupar.
Justo en ese momento, Korn recibió una llamada.
—Disculpa, padre —dijo, contestando la llamada.
Escuchó por un momento y luego colgó.
—Adelante, padre —dijo, mirando a Daishinkan con desaprobación—. Haga lo que mejor le plazca, porque yo no quiero ser testigo de algo que no estoy de acuerdo.
Y con eso, Korn se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a todos sorprendidos.
—Korn, espera —dijo Daishinkan, pero Korn ya había salido.
Vados siguió a Korn.
—Yo también estoy en desacuerdo con esto, padre —dijo, antes de salir de la habitación.
Cus se levantó y se acercó a Daishinkan.
—Lo siento, padre —se disculpó Cus—. Pero no puedo apoyar esta decisión.
Y con eso, Cus también salió de la habitación, dejando a Daishinkan y a los demás hermanos con una extraña sensación. Pero un Shin quien no despegó su mirada de la puerta, donde dirigía una mirada seria y calmada.
Continuará...
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