Sus brazos aún me rodeaban, sintiendo la calidad recorrer mi cuerpo, la lluvia aunque continuaba había perdido intensidad. Me permití disfrutar de este pequeño momento, donde aunque solo para ella no existía nada malo, como si en su vida y en la mía todo estuviera en perfecto orden.
Como años atrás.
—Gracias Lisa por hacerme feliz.
Susurró contra mi pecho, su voz tan suave que mi corazón se convirtió en una hoja papel arrugada, para luego sonar como si estuviera siendo desgarrada a la mitad con una lentitud torturante.
Hace 4 años atrás
—¿Estás bien? -pregunté, mi voz cargada de preocupación.
Ella asintió, claramente asustada, aferrándose a mi brazos como una ancla en un barco.
-Gracias -susurró, su voz desvaneciéndose.
Un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas, haciéndome sonreír al ver lo tierna que se podía ver con ello, la baje de mis brazos sin soltarla, su sonrojo se hizo notar más ante nuestra cercanía.
-No hay de que -le sonreí incapaz de resistir la alegría de tenerla de nuevo frente a mi.
Su sonrisa me dio un vuelco a mi corazón y cuando nuestras miradas se encontraron confirmé mi teoría.
El día en que vi sus ojos perdí todo el interés por las estrellas.
Nos quedamos allí, no podía apartar la mirada de ella, mis mejillas comenzaban a entumecerse por la tensión de la posición establecida por bastante tiempo, mi sonrisa no podía borrarse mientras me permitía admirar cada facción de su perfecto rostro.
Sus labios, como dos pétalos rosas que sentías que al primer tacto se rompían, pero tan suaves que te tentaban a pecar, sus mejillas que en su interior parecían estar rellenas de un algodón suave, como dos nubes en el cielo, un cielo con tonalidades rosas por el sonrojo que pintaba esas esponjosas mejillas, su nariz tan pequeña como un botón, en su punta un rosa brillante, y los más únicos y bellos, sus ojos, esos orbes que al mirarte te sumergias y sentías la misma perdición en ellos, unas esferas cafés, un café que combinaria tan perfecto con el café que bebo cada mañana.
Y por último, pero no menos importante, su sonrisa, tan dulce que no necesita más azúcar para edulzarla, y tan bella que la hacia única en el mundo, tenía "un no se que", que te hacia suspirar al verla, era como un rayo de sol en medio de una tormenta y un cielo gris, como un arma secreta que derretía corazones.
Se alejó un poco de mi, aun sonrojada con una sonrisa nerviosa. Aquella chica me atraía a ella como un imán poderoso que no te soltaría nunca.
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The Night We Met
FanficLa mente persigue lo que el corazón no olvida. -G!P (Lisa) -No se aceptan traducciones o adaptaciones