O2

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❝No te deseo lo mejor
porque ya me perdiste.
Pero que te vaya bien
con lo que conseguiste.❞

❞

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apenas nos subimos al jet privado de Lisandro, su mano me apretó la pierna y lo golpeé suavemente. Sabiendo muy bien lo que él pretendía

— ah, dale. Estamos solos, mami —me tomó la mano y me tiró levemente hacía su cuerpo

— no aprendes más vos. La otra vez casi nos descubren —me levanté de mi asiento y me senté sobre sus piernas de costado

— un poquito de adrenalina no hace mal —me abrazó la cintura con su gran brazo

— si, hace mal —me acerqué a su rostro divertida

— ¿a quién? A mi me encanta tenerte encima en cualquier lado —subió su mano a mi nuca, enredandola con mi cabello

¿y si doy el brazo a torcer?

intenté protestar en contra pero rápidamente sus labios se abalanzaron sobre los míos y mis argumentos negativos se fueron volando. Sus manos rápidamente me levantaron el corto vestido que llevaba puesto y aproveché para acomodarme mejor sobre el

— que ganas de dejarte el orto bien marcado para que no miren —habló entredientes contra mi boca

— ¿no estarás vos muy loco? —me burlé de su ataque repentino de celos

aquello solo logró que me apriete el orto con fuerza, sacandome un quejido ahogado por sus labios. Instantáneamente una sonrisa se dibujó en su boca y mordió mi labio inferior

— repetilo si te da —me retó

disfrutaba mucho la forma en la que jugábamos, nos tentabamos y luego terminabamos en esta situación. Con él había tenido uno de los mejores sexos de toda mi vida, me cogía como los mismos dioses

Milipili | Nicolas Otamendi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora