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❝Cómo amaneció el amor
de mi vida? Imaginate rey,
bien atendida❞

❝Cómo amaneció el amorde mi vida? Imaginate rey,bien atendida❞

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— Pau, amor

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— Pau, amor. Arriba —escuché

negada totalmente me removí entre mis sabanas, haciendome un bollito. Pocos segundos pude disfrutar la sensación hasta que su voz volvió a despertarme

— dale, Pau. Hay que levantarse

— un rato más, Nico. Cinco minutos —murmuré adormecida

a los segundos (según yo) comenzó a dejar suaves besos en mi hombro. Con pereza me obligue a entreabrir los ojos, encontrandolo con esa carita de recién despierto que me daban ganas de hacerle de todo

— qué? Te voy a terminar levantando yo boluda —habló en un tono suave

— y bueno, hacelo si te da —aquello se escapó de mis labios inconscientemente

apenas pude procesar mis palabras antes de que él se colocara encima de mi, haciéndose espacio entre mis piernas. Su boca fue bajando por mis torso dejando un camino de besos que logró estremecer cada parte de mi. Se detuvo justo encima de mi abdomen y sus grandes manos se encargaron de retirarme la tanga blanca de encaje, la cual probablemente ya estaba humedecida

con una sonrisa egocéntrica apretó mis muslos robandome un jadeo y dejó en beso en mi centro. Antes que pudiese decir algo sentí su lengua hacerse lugar entre mis pliegues y llevé mi mano a su corto cabello tirando levemente del mismo

con facilidad se hundió en mi proporcionandome ese placer que solo él sabia darme, sus cambios de ritmo y de sentido repentinos hacían que mi espalda se arquease. No tardó en encontrar mi clitoris y comenzar a jugar con él, succionandolo y dando leves golpes con su lengua provocando mis gemidos

— ay!... Nico —jadee

cada vez que el nudo en mi vientre bajo amenazaba con desenlazarse mis piernas se cerraban de forma inconsciente

— por dios, amor... ahí —murmuró

Nicolas apretó mis muslos, aferrando su agarre y evitando que las cierre. No tarde mucho en ser golpeada por mi primer orgasmo y sentirlo alejarse de mi intimidad

— qué pasa? ya te despertaste bien? —sonrió con cierta diversión— Me la vas a cortar acá nomas?

aún con mi respiración agitada y una sonrisa dibujada de manera casi automatica ante sus palabras, me giré poniendome en cuatro contra el respaldo de la cama

aprovechó el momento para retirarme el corpiño casi transparente que llevaba y darle un apretón a uno de mis senos bajando su mano hasta mi vientre

— que lindo orto que tenes, má. —murmuró cerca de mi oido, sintiendo su pecho desnudo rozar con mi espalda— A ver si te bancas ser tan bocona

sentí su glande pasar por mis pliegues y mordí mi labio inferior. Instantáneamente dejó un fuerte golpe en mi culo y antes que pudiese quejarme de las vueltas que daba entro en mi de una sola embestida

— Nicolás! —gemí

soltó una puteada y llevó su mano libre a mi cuello, apretándome

— dale, picanteala ahora, hija de puta —habló entre dientes rebotando su pelvis contra mi a un ritmo relativamente despacio

— si, General. Rompeme toda —rogué entrecortada debido a su mano apretando mi cuello

se hundía en mi con brusquedad, buscando llegar a profundidad y tocar ese punto dulce dentro mio

— ah si? Y vos te la bancas toda? —preguntó sin dejar de moverse

asentí, las palabras se perdían en mis gemidos pero necesitaba más, quería mucho más de él. La saco por completo y, antes que pudiese sentir ese vacío que dejaba, volvió a meterlo con brusquedad robándome un grito agudo

— no mariconees ahora. Te haces la trola y lloras por nada

Nico sabía exactamente jugar con el placer y el dolor. Sabía lo que me gustaba y cómo hacerme sentir en el cielo con facilidad. Sabia que amaba que me hablara sucio, que me nalgueara, que me coja con bronca. Él sabía absolutamente todo de mi, dentro y fuera de la cama

me era imposible reprimir las ganas de gritar cada vez que me penetraba con brusquedad y me susurraba cosas al oído, volviendose cada vez más obsceno y aumentando su fuerza

me golpeo varias veces más en el culo sin siquiera bajar la velocidad de sus movimientos, sin tener piedad alguna

— me re apretás, conchuda —murmuró

mis piernas temblaban y sentía nuevamente esa sensación de querer liberarme. Su mano acarició mi clitoris sin titubear y con movimientos rápidos

— Nico!

el segundo orgasmo llegó con intensidad, apretando su miembro con mis paredes. Lejos de frenar, continuó moviéndose dentro mío provocándome escalofríos y haciendo que mis ojos se humedezcan. Una estocada más profunda y fuerte, fue suficiente para que acabe y salga de dentro mío

lo único que se escuchó en la habitación por unos minutos fueron nuestras respiraciones agitadas buscando regularse. Su mano liberó mi cuello y dejó un beso en mi espalda haciendo que se me escape una sonrisita

me giré dispuesta a enfrentarlo y encontrandome con pequeñas gotas cayendo desde su frente hasta sus hombros, deslizandose por su trabajado torso. Me devolvió la sonrisa y se acercó a dejar un beso en mis labios

— buenos días, amor —habló contra mi boca

— son buenos días, mi vida —reí con suavidad

— son buenos días, mi vida —reí con suavidad

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ya quisieramos estar así de bien atendidas reinas. Ya se que acá van a haber pocos comentarios, son todas unas degeneradas 🙊

con amor
L—

Milipili | Nicolas Otamendi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora