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Lisandro tomo mi mano con delicadeza, llamando mi atención y haciendo que lo mire
— ¿podemos hablar? —preguntó en un tono suave, lo suficientemente como para alertarme
asentí
— ¿qué pasa? —me animé a preguntar
suspiró pesadamente, pensando en sus palabras
— no se cómo explicarte esto pero... conocí a alguien y me estoy enganchando. —comenzó— Por eso, quiero parar lo que tenemos —admitió
— ¿qué? —solté mientras trataba de procesar lo que me decía
— pero igual quiero que estes acá conmigo, que me sigas bancando. Vos sabes que lo nuestro no es solo coger todo el tiempo, sos como mi mejor amiga también —apartó algunos mechones que cubrían mi rostro— Perdoname, de verdad no quería que pase algo asi pero simplemente me pasó
— vos también sos como un mejor amigo, Lis. Acá voy a estar siempre que me necesites. —acepté— No me pidas perdón, no elegimos de quien enamorarnos
se acercó y me envolvió en un dulce abrazo, permitiéndome volver a sentir aquel riquísimo perfume que siempre llevaba y que yo tanto amaba
su panza hizo ruido rompiendo toda esa aura seria y de cariño que habia en el aire, logrando que nos separemos entre risas
